martes, 24 de enero de 2017

DISCURSO DE PERÓN CLAUSURA DEL CONGRESO DE PANADEROS 31 DE JULIO DE 1945

JUSTICIA DISTRIBUTIVA:


“No habríamos cumplido con nuestro deber de gobernantes si no rea-
lizáramos una verdadera justicia distributiva entre todos los hombres
y entre las distintas regiones del país. Es indudable que las reformas
de orden social verdaderamente revolucionarias que se han realizado
en las ciudades organizando el trabajo, el descanso, el régimen de sa-
larios y la previsión social de la clase trabajadora urbana puede crear
en el futuro un problema demográfico difícil, ya que, abandonadas las
masas campesinas a su suerte, afluirían hacia las ciudades creando así
un problema pavoroso.
A ello tendrá que seguir la reforma integral en la organización de la ri-
queza, que ese producto extraído de la tierra por el campesino y elabo-
rado por el obrero urbano tenga el precio que permita remunerar a uno
y a otro que no se preste a explotaciones injustificadas en perjuicio de
lo hombres que han puesto la riqueza en circulación con su trabajo. Así
entiendo yo la libertad de producir, la libertad de elaborar y la libertad
de vender, ya que no puede considerarse una libertad benéfica para el
país la que deja en manos del poderoso la posibilidad de exprimir al que
trabaja en su propio beneficio.
Todos nosotros tenemos la misma responsabilidad. En estos momen-
tos estamos evolucionando hacia nuevas formas socio- económicas.
Terminaron hace dos siglos los gobernantes de la aristocracia. Hace
menos tiempo terminaron los gobiernos de la burguesía y ya están
viniendo los gobiernos populares, aquellos verdaderamente democráti-
cos, en los cuales la responsabilidad de las masas, medula espinal del
pueblo, han de tener enorme significación. Ni el más humilde de los
artesanos ni el más encumbrado de los señores debe desentenderse de
los problemas fundamentales. Cada uno forma un piñón de ese enorme
engranaje que es la Nación, y en el futuro cargara con la responsabi-
lidad si fracasamos, o compartirá la gloria si triunfamos en nuestros
anhelo de un porvenir mas feliz para todos los argentinos.”
Atte: SOMOS PERONISMO 

martes, 17 de enero de 2017

CAPITULO DOCE LIBRO "LA RAZÓN DE MI VIDA"

 DEMASIADO PERONISTA: 

POR EVA PERÓN:


"Ahora ya pude comprender quien haya leído el capítulo
precedente que siendo así Perón en su grandeza, que unida a su
sencillez lo hacen genial, sea yo como soy: fervorosa y
fanáticamente peronista.
A veces me suele decir cariñosamente el mismo Líder
que soy “demasiado peronista”.
Recuerdo que una tarde después de haberle estado
hablando durante largo rato de... ¿de qué iba a hablarle sino de
él, de sus sueños, de sus realizaciones, de su doctrina, de sus
conquistas? me interrumpió para decirme:
— ¡Tanto me hablas de Perón que voy a terminar por
odiarle! — No se extrañe pues quien buscando en estas páginas
mi retrato encuentre más bien la figura de Perón.
Es que — lo reconozco — yo he dejado de existir en mí
misma y es él quien vive en mi alma, dueño de todas mis
palabras y de mis sentimientos, señor absoluto de mi corazón y
de mi vida.
Por otra parte, esto es un viejo milagro, un antiguo
milagro del amor que a fuerza de repetirse en el mundo ya ni
siquiera nos parece milagro.
Un día me dijeron que era demasiado peronista para que
pudiese encabezar un movimiento de las mujeres de mi Patria.
Pensé muchas veces en eso y aunque de inmediato “sentí” que
no era verdad, traté durante algún tiempo de llegar a saber por
qué no era ni lógico ni razonable.
Ahora creo que puedo dar mis conclusiones.
Si, soy peronista, fanáticamente peronista.
Demasiado no, demasiado sería si el peronismo no fuese
como es, la causa de un hombre que por identificarse con la
causa de todo un pueblo tiene un valor infinito. Y ante una cosa
infinita no puede levantarse la palabra demasiado.
Perón dice que soy demasiado peronista porque él no
puede medir su propia grandeza con la vara de su humildad.
Los otros, los que piensan, sin decírmelo, que soy
demasiado peronista, ésos pertenecen a la categoría de lo
“hombres comunes”. ¡Y no merecen respuesta!
¿Que por ser peronista no puedo encabezar el
movimiento femenino de mi Patria? Esto sí merece una
explicación.
— ¿Cómo va usted — me decían — a dirigir un
movimiento feminista si usted está fanáticamente enamorada de
la causa de un hombre? ¿No reconoce así la superioridad total
del hombre sobre la mujer? ¿No es esto contradictorio?
No, no lo es. Yo lo “sentía”. Ahora lo sé.
La verdad, lo lógico, lo razonable es que el feminismo
no se aparte de la naturaleza misma de la mujer.
Y lo natural en la mujer es darse, entregarse por amor,
que en esa entrega está su gloria, su salvación, su eternidad.
¿El mejor movimiento feminista del mundo será tal vez
entonces el que se entrega por amor a la causa y a la doctrina de
un hombre que ha demostrado serlo en toda la extensión de la
palabra?
De la misma manera que una mujer alcanza su eternidad
y su gloria y se salva de la soledad y de la muerte dándose por
amor a un hombre, yo pienso que tal vez ningún movimiento
feminista alcanzará en el mundo gloria y eternidad si no se
entrega a la causa de un hombre.
¡Lo importante es que la causa y el hombre sean dignos
de recibir esa entrega total!
Yo creo que Perón y su causa son suficientemente
grandes y dignos como para recibir el ofrecimiento total del
movimiento feminista de mi Patria. Y aun más, todas las
mujeres del mundo pueden brindarse a su Justicialismo; que con
ello, entregándose por amor a una causa que ya es de la
humanidad, crecerán como mujeres.
Y si bien es cierto que la causa misma se glorificará
recibiéndolas, no es menos cierto que ellas se glorificarán en la
entrega.
Por eso soy y seré peronista hasta mi último día, porque
la causa de Perón me glorifica y, dándome la fecundidad de su
vida, me prolongará en la eternidad de las obras que por él
realizo y que seguirán viviendo como hijas mías, después que
yo me vaya.
Pero no solamente soy peronista por la causa de Perón.
Soy peronista por su persona misma y no sabría decir por cuál
de las dos razones más.
Ya he dicho cómo y en que medida soy peronista por su
causa. ¿Puedo decir cómo y en qué medida soy peronista por él,
por su persona?
Aquí tal vez sea conveniente que den vuelta la página
quienes piensan que entre Perón y yo pudo darse un
“matrimonio político”.
Quienes lo crean así no verán en esta página sino
literatura o propaganda.
Nos casamos porque nos quisimos y nos quisimos
porque queríamos la misma cosa. De distinta manera los dos
habíamos deseado hacer lo mismo: él sabiendo bien lo que
quería hacer, yo, por sólo presentirlo; él, con la inteligencia; yo,
con el corazón; él, preparado para la lucha; yo, dispuesta a todo
sin saber nada; él culto y yo sencilla; él, enorme, y yo, pequeña;
él, maestro, y yo, alumna. El, la figura y yo la sombra.
¡El, seguro de sí mismo, y yo, únicamente segura de él!
Por eso nos casamos, aun antes de la batalla decisiva por
la libertad de nuestro pueblo con la absoluta certeza de que ni el
triunfo ni la derrota, ni la gloria ni el fracaso, podrían destruir la
unidad de nuestros corazones.
¡Si, yo estaba segura de él!
Sabía que el poder no lo deslumbraría ni lo haría
distinto.
Que seguiría siendo lo que era: sobrio, llano,
madrugador, insaciable en su sed de justicia, sencillo y humilde;
que nunca sería sino tal como le conocí: dando generosamente y
francamente su mano grande y tibia a los hombres de mi
pueblo.
Sabía que los salones estarían demás para él porque en
ellos se miente demasiado como para que eso pudiese ser
soportado por un hombre de sus quilates.
Yo tampoco ignoraba cuál tendría que ser mi conducta
para que resultase armónica con la suya.
Sabía que para armonizar con él necesitaba subir a
cumbres muy altas pero conocía como era maravillosa su
humildad descendiendo hasta mí.
Me atrevo a decir que me propuse formalmente que él
viese cada día en mí un defecto menos hasta que no me quedase
ninguno.
¿Cómo podía desear y hacer otra cosa conociendo como
conocía sus proyectos y sus planes?
Porque él no me conquistó con palabras bonitas y
elegantes, ni con promesas formales y risueñas. No me
prometió ni gloria ni grandeza, ni honores. Nada maravilloso.
Más: ¡creo que nunca me prometió nada! Hablando del
porvenir me habló siempre únicamente de su pueblo y yo
terminé por convencerme que su promesa de amor estaba allí,
en su pueblo, en mi pueblo. ¡En nuestro pueblo!
Es muy simple todo esto.
Es el camino que hacemos todas las mujeres cuando
amamos al hombre de una causa.
Primero la causa es “su causa”. Después empezamos a
decirle “mi causa”. Y cuando el amor alcanza su perfección
definitiva, el sentimiento de admiración que nos hacía decir “su
causa” y el sentimiento egoísta que nos hacía decir “mi causa”
son sustituídos por el sentimiento de la unidad total y decimos
“nuestra causa”.
Cuando llega este momento no se puede decir ya si el
amor por la causa es mayor o menor que el amor por el hombre
de esa causa. Yo pienso que los dos son una sola cosa.
Por eso digo ahora: ¡Sí, soy peronista, fanáticamente
peronista! pero no sabría decir qué amo más: si a Perón o a su
causa; que para mí, todo es una sola cosa, todo es un solo amor;
y cuando digo en mis discursos y en mis conversaciones que la
causa de Perón es la causa del pueblo, y que Perón es la Patria y
es el pueblo, no hago sino dar prueba de que todo, en mi vida,
está sellado por un solo amor."

Atte: SOMOS PERONISMO 

viernes, 13 de enero de 2017

FRASE DE LA COMPAÑERA EVITA:


24 DE NOVIEMBRE DE 1944 PRIMER ANIVERSARIO DE LA SECRETARIA DE TRABAJO Y PREVISIÓN

CULTURA SOCIAL-DIGNIDAD LABORAL-HUMANIZAR EL CAPITAL:


“Hace hoy justamente un año, se creaba la Secretaría de Trabajo y
visión. Dijimos entonces: “Se inicia la era de la política social argenti-na”. A un año de existencia, venimos hoy, frente a esta inmensa masa
de trabajadores agradecidos, a reafirmar cuanto dijimos y a seguir ha-ciendo, vez de decir, y seguir realizando, en vez de prometer.
Algunos malos políticos que se creen honrados y valerosos, después
de haber huido al extranjero porque se investigaba su conducta, han
intentado defenderse acusándonos de demagogos. Si demagogia es
defender sincera y lealmente a los que sufren y trabajan; si demagogia
es impedir efectivamente la explotación del hombre por el hombre; si
demagogia es evitar en los hechos la injusticia social y buscar la unión
verdadera de todos los argentinos detrás de su bandera; si demagogia
es impedir la lucha y el odio entre hermanos, yo soy demagogo.
Llegamos a la Secretaría de Trabajo y Previsión para cumplir el postula-do básico de la Revolución del 4 de junio: la justicia social.
Pero, ante todo, el Estado necesitaba la herramienta para lograr tan
ambiciosa finalidad. Existía el viejo Departamento Nacional del Trabajo,
instalado en 1907, apenas remozado en 1912 y privado constante-mente de facultades y medios de actuación.
Muchos legisladores, temerosos de perjudicar los intereses creados,
que tenían la consigna de defender, regateaban avariciosamente facul-tades al organismo que debía aplicar las leyes de trabajo.”
No permitiremos que este capitalismo despótico triunfe en la Argenti-na. Desarraigaremos sus brotes hasta extirparlos definitivamente. Que-remos un capital humanizado, que mantenga reacciones cordialmente
humanas con sus obreros y con el Estado. Se seguirá, pues, una polí-
tica que tienda a humanizar el capital en su triple aspecto: financiero,
rural e industrial. No cabrán términos medios en esta labor. O el capital
se humaniza o es declarado indeseable por el Estado y queda fuera
del amparo de las leyes. La Revolución Nacional no admitirá jamás la
explotación del hombre por el hombre. La Revolución Nacional está en
pugna contra todo lo que sofoca o destruye la augusta dignidad de la
persona humana.
Por esto, antes de las reivindicaciones materiales, se afirma la nece-sidad de elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el
capital. A la obtención de estos principios éticos se dedicarán todos
los afanes.
Las demás realizaciones deberán apuntar a esta superior finalidad de
orden moral.
En el orden de las mejoras prácticas, emprenderemos en primer lu-gar la organización profesional. Conocer hasta en sus últimos detalles
la población que trabaja y la que está en condiciones de trabajar, así
como las relaciones permanentes que entre sí tienen los patronos y
los trabajadores de una misma actividad mediante su afiliación a las
respectivas asociaciones.
La confusión de ideas es campo propicio para substituir los principios
morales, sociales, políticos y económicos por las mas descabelladas
teorías o simples fórmulas acomodaticias, inspiradas por groseros estí-
mulos del egoísmo individual o colectivo.
Luchamos contra la opresión del oro y contra la opresión de la sangre,
porque todas se traducen para el pueblo en sufrimientos y lágrimas.
Nosotros queremos que a las futuras generaciones argentinas sepan
sonreír desde la infancia. Para llegar a esto, unos deben desposeersede su odio y otros deben desposeerse de su egoísmo.
Ved, pues, si es ardua la labor de recuperación que resta por hacer.
Tenemos que encontramos a nosotros mismos con el mismo fervor
unánime del alumbramiento de la Patria. Retornando a la fe inicial en
nuestro destino histórico, debemos recobrar esta misma unidad de des-tino para todos los argentinos.
Ésta es la clave de nuestra potencia como nación libre y soberana. La
historia nos muestra cómo las naciones que olvidan esta unidad de
destino, que es la unión de todos los argentinos al servicio de la Patria,
dejan de ser viriles y viven constantemente al borde de la catástrofe.
Por esto he querido puntualizar los objetivos político-sociales con cla-ridad absoluta, y de igual manera seguiré defendiendo los de carácter
económico de acuerdo con las facultades que el Poder Ejecutivo de la
Nación me ha confiado para estudiar el ordenamiento económico-social
del país en la posguerra.
Al igual, deberán concretarse las demás realizaciones del Gobierno.
Debe ser así, y no de otra manera, porque los últimos años vividos en la
ficción y el disimulo han creado un estado de espíritu propicio a todas
las deformaciones del pensamiento y a todas las adulteraciones de los
sentimientos.
Para ser más argentinos, debemos crear una realidad nueva que subs-tituya la ficción en que se nos hizo vivir por tanto tiempo, a beneficio
exclusivo de los que medraban a costa de las riquezas y el prestigio
del país.
Porque hoy estoy convencido de que es absolutamente inútil realizar
algún bien particular, en ningún aspecto de la vida nacional, si la con-cordia de los fines y la jerarquía de los métodos no se han planteado
con claridad enérgica y urgente.
Por eso es que, en este día gratísimo, que recuerda el nacimiento
del organismo encargado de propulsar la política social, he deseado
exponer claramente los objetivos y finalidades que el Gobierno anhela
alcanzar para bien de la comunidad de trabajadores argentinos.
Al impulso que nos lance a la conquista que nuestro objetivo debe
acompañado un profundo impulso nacional. Todo lo que hagamos al
margen de nuestro ser nacional y del sentimiento histórico de nuestro
pueblo y de nuestra raza fracasará con el estrépito de una avalancha de
nieve. Cuando la avalancha ha pasado, queda enhiesto y altivo todavía
el picacho más eminente, porque sus bases de su tentación se hunden
hasta las mismísimas entrañas de la tierra.
Anhelamos fervientemente que nuestro pensamiento y nuestro co-razón, nuestras acciones y nuestras intenciones, nuestros pesares y
nuestras intensiones sean tan hondos y puros como lo es nuestro amor
por esta bendita tierra argentina. “


Las empresas podrán delinear en lo sucesivo sus previsiones para desa-rrollar sus futuras actividades, con la garantía de que habrán de obte-ner el reconocimiento del Estado si las retribuciones y trato dispensado
al personal mantienen las reglas sanas de convivencia humana, inspira-das en el mejoramiento de la economía general y el engrandecimiento
del país. Por su parte, los trabajadores estarán garantizados por las
normas de labor a establecerse con la enunciación de los derechos y
deberes de cada cual y la exigencia de las autoridades del nuevo orga-nismo en el sentido de un mayor celo en sus actividades y la sanción
inflexible en el incumplimiento del deber. En tal sentido, habrá exigen-cias por igual para el disfrute de los derechos y la fiel observancia de
las obligaciones.”

Atte: SOMOS PERONISMO 

domingo, 8 de enero de 2017

FRASE DEL GENERAL PERÓN COMPAÑEROS:


Atte: SOMOS PERONISMO

CAPITULO DEL LIBRO "LA RAZÓN DE MI VIDA"

 ¡SI, ESTE ES EL HOMBRE DE MI PUEBLO!

Por Eva Perón:


"Pronto, desde los bordes del camino, los “hombres
comunes” empezaron a apedrearnos con amenazas, insultos y
calumnias.
Los “hombres comunes” son los eternos enemigos de
toda cosa nueva, de todo progreso, de toda idea extraordinaria y
por lo tanto de toda revolución.
Por eso dijo alguien “el hombre mediocre es el más
feroz y más frío enemigo del hombre de genio”.
Todo lo extraordinario es para ellos locura
imperdonable, fanatismo exagerado y peligroso.
Yo los he visto y los veo todavía mirándome
“compasivos” y “misericordiosos” con ese aire de superioridad
que los define...
Nunca entenderán cómo y por qué alguien puede hacer
una cosa distinta de la que ellos piensan ¡y nunca hacen nada
que no sea para ellos!
Lo vieron avanzar a Perón y primero se reían de él
creyéndole y aún diciéndole loco.
Pero cuando descubrieron que el loco incendiaba y que
el incendio se propagaba por todas partes y ya les tocaba en sus
intereses y en sus ambiciones, entonces se alarmaron y
organizándose en la sombra se juramentaron para hacerlo
desaparecer.
No contaron con el pueblo. Nunca se les había ocurrido
pensar en el pueblo ni imaginaron que el pueblo podría alguna
vez por sí mismo hacer su voluntad y decidir su destino.
¿Por qué los hombres humildes, los obreros de mi país
no reaccionaron como los “hombres comunes” y en cambio
comprendieron a Perón y creyeron en él?
La explicación es una sola: basta verlo a Perón para
creer en él, en su sinceridad, en su lealtad y en su franqueza.
Ellos lo vieron y creyeron.
Se repitió aquí el caso de Belén, hace dos mil años; los
primeros en creer fueron los humildes, no los ricos, ni los
sabios, ni los poderosos.
Es que ricos y sabios y poderosos deben tener el alma
casi siempre cerrada por el egoísmo y la avaricia.
En cambio los pobres, lo mismo que en Belén, viven y
duermen al aire libre y las ventanas de sus almas sencillas están
casi siempre abiertas a las cosas extraordinarias.
Por eso vieron y creyeron. Vieron también cómo un
hombre se lo jugaba todo por ellos. Yo sé bien cuantas veces él
apostó todo a una sola carta por el pueblo.
Felizmente ganó. De lo contrario hubiese perdido todo,
incluso la vida.
Yo, mientras tanto, cumplía mi promesa de “estar a su
lado”.
Sostenía la lámpara que iluminaba sus noches;
enardeciéndole como pude y como supe, cubriéndole la espalda
con mi amor y con mi fe.
Muchas veces lo vi, desde un rincón en su despacho en
la querida Secretaría de Trabajo y Previsión, él escuchando a
los humildes obreros de mi Patria, hablando con ellos de sus
problemas, dándoles las soluciones que venían reclamando
desde hacía muchos años. Nunca se borrarán de mi memoria
aquellos cuadros iniciales de nuestra vida común.
Allí le conocí franco y cordial, sincero y humilde,
generoso e incansable, allí vislumbré la grandeza de su alma y
la intrepidez de su corazón.
Viéndolo se me ensanchaba el espíritu como si todo
aquello fuesen cielo y aire puros. La vieja angustia de mi
corazón empezaba a deshacerse en mí como la escarcha y la
nieve bajo el sol. Y me sentía infinitamente feliz. Y me decía a
mí misma, cada vez con más fuerza: Sí, este es el hombre. Es el
hombre de mi pueblo. Nadie puede compararse a él.
Y cuando le veía estrechar las manos callosas y duras de
los trabajadores yo no podía dejar de pensar que en él y por él
mi pueblo por primera vez, daba la mano con la felicidad."

Atte: SOMOS PERONISMO 

viernes, 6 de enero de 2017

DISCURSO DE PERÓN 28 DE JULIO DE 1944

LA JUSTICIA SOCIAL LLEGARÁ A LA CLASE MEDIA ARGENTINA:





“Continúa después el contenido histórico y político internacional,
que dice: “Lucharemos por mantener una real e integral soberanía de la
Nación; por cumplir firmemente el mandato imperativo de su tradición
histórica; por hacer efectiva una absoluta, verdadera, pero leal unión
y colaboración americana; y por el cumplimiento de nuestros compro-
misos internacionales”. En este sentido, tampoco hemos faltado a la
promesa.”
“El problema argentino no es un problema aislado. El problema ar-
gentino es un problema del mundo. Y si no, bastaría mirar a los cinco
continentes y pensar si alguno de todos esos países tiene menos pro-
blemas que nosotros. Esta tierra, en la que se suele afirmar que Dios es
criollo, debería dar gracias, a la Providencia, porque creo que en este
momento no hay ya un solo país en el orbe que pueda ser mas feliz que
nosotros”.
“Nuestra Nación como todas las naciones nuevas, entronca políti-
camente con un patriciado poseedor de todas las virtudes que siempre
tienen los patriciados forjadores de nacionalidades. El nuestro, induda-
blemente virtuoso, se formó desde abajo, y desde allí formó la Nación.
Después, la sucesión del gobierno de la cosa pública fue pasando a
otras manos, quizás descendientes del patriciado, pero que, por la ac-
ción del tiempo y de la molicie, habían perdido las grandes virtudes de
sus antepasados. Como en todos los patriciados que entregan a sus
descendientes el manejo de la cosa pública, éstos se convirtieron en
una oligarquía. El panorama político, visto en síntesis, presentaría esa
oligarquía en la siguiente forma: un joven que recibió dos o tres estan-
cias, un palacio en la calle Florida y el manejo de la cosa pública. Ven-
dió la primera estancia. Se fue a París. En Montmartre liquidó la otra
estancia; y cuando ya no tenía haberes, volvió al país; hipotecó primero
su palacio, y luego lo vendió. Cuando ya no tenía nada que vender,
comenzó a vender el patrimonio de todos los argentinos.
Éste es, un poco escuetamente presentado, el panorama de nuestra
evolución. Si en 1810 fuimos libres políticamente gracias a esos hé-
roes que siempre recordamos, no podemos afirmar lo mismo de los que
les sucedieron que, lejos de conquistar nuestra independencia econó-
mica, han perdido el tiempo y nos han entregado a una situación de
verdadero coloniaje como nunca el país había soportado antes.
Podemos decir que esta oligarquía, servida por hábiles políticos, no so-
lamente cometió el delito contra el país, sino algo más grave aún: tuvo
sojuzgadas numerosas generaciones de argentinos, a los que disoció
en sus verdaderos valores.


Esos hombres son los políticos a su servicio. Cuando algún joven
de la clase media, génesis, sin duda, de los mayores valores de la po-
blación argentina, salía con talento, lo atraían a su lado, “le pisaban el
pantalón” para que no se fuera y lo ponían a trabajar para ellos o para
su partido y no para el país. Y si ese joven era independiente y tenía
carácter suficiente para levantarse contra ellos, entonces le trazaban
una cruz y lo mandaban a un pequeño empleo sin importancia, a pasar
su vida hasta morir, sin poder progresar, aun cuando tuviera los mayo-
res méritos. Es decir que además del delito de haber gobernado mal,
de haber entregado las riquezas del país, anulaban a los hombres que
eran los únicos que podían haber desarrollado su mentalidad y adqui-
rido el derecho que toda democracia bien organizada da a sus hijos: el
de tomar el manejo de la cosa pública cuando se es más capaz que los
demás.
Así se formó nuestra clase media con un complejo de inferioridad,
porque no tuvo nunca oportunidad de actuar. Así se formó ella, sin un
contenido social.

Habrán observado ustedes que el obrero no va a pedir un aumento de
salarios para él, sino para todos los de su gremio. El hombre de la clase
media no va a pedir nunca para los de su gremio. Va a pedir solamente
para él. Eso es lo que la ha debilitado. Y eso no es obra de la clase
media, sino de nuestro sistema político, que ha empeñado la fuerza y
el manejo de las agrupaciones humanas del país en una sola dirección:
exclusivamente hacia el provecho de un círculo reducido de hombres, y
no para todos los argentinos.”

Atte: SOMOS PERONISMO