lunes, 31 de octubre de 2016

DISCURSO DEL GENERAL PERÓN

DISCURSO DEL 12 DE JUNIO DE 1974 DESDE PLAZA DE MAYO:

 

"Compañeros:
Retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en sus manos la responsabilidad de defender la patria. Creo, también, que ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro. Estamos luchando por superar lo que nos han dejado en la República y, en esta lucha, no debe faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado.Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible.Hoy es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos a nuestro al pueblo, y nosotros no defendemos ni defenderemos jamas otra causa que no sea la causa del pueblo.Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.EI Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos.Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia. Nosotros, frente al engaño y frente a la violencia, impondremos la verdad, que vale mucho más que eso. No queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos comprendan. Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay nada que temer. Ni la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra circunstancia, podrá influir sobre este pueblo en un sentido negativo, como tampoco podrá influir sobre nosotros para que cambiemos una dirección que, sabemos, es la dirección de la Patria.Sabemos que en esta acción tendremos que enfrentar a los malintencionados y a los aprovechados. Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni los aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la desgracia del pueblo.Sabemos que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que nos querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie puede ser detenido por nadie.Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias.Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender.Compañeros, esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije esta mañana.Por eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de llegar hasta esta plaza.Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo, en que el pueblo trabajador de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo necesito.Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el ultimo aliento.Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino."

Atte: SOMOS PERONISMO 

sábado, 29 de octubre de 2016

CLASE DE EVA PERÓN DICTADA EN LA ESCUELA SUPERIOR PERONISTA:

SEGUNDA CLASE DICTADA EL 29 DE MARZO DE 1951:





"En la primera clase que di en esta Escuela, para demostrar lo que es la historia
universal –que no es más que la base de dos historias: la de los grandes hom-
bres y la de las grandes masas-, dijimos que los individualistas creen que la his-
toria se basa solamente en los grandes hombres y que los colectivistas prescin-
den de los grandes hombres y creen en las grandes masas. Pero nosotros tene-
mos nuestra tercera posición, y es por eso que yo dije, en mi primera clase, que
nosotros aceptábamos a los grandes hombres y a las grandes masas como los
que pueden ser los constructores de una gran felicidad y de una gran prosperi-
dad.
En la clase de hoy vamos a analizar cómo se ha escrito la parte de la historia
correspondiente a los grandes hombres y vamos a tomar hoy siete puntos para
poder desarrollar esta materia de la historia del peronismo que me ha tocado a
mí dictar. En esta clase voy a exponer estos siete puntos y después les haré lle-
gar unos trabajos para que ustedes luego me los devuelvan, para que confron-
temos la historia universal, sobre distintos puntos, con la historia de nuestro
peronismo; o sea, a los grandes hombres de la historia con lo que es nuestro lí-
der, el general Perón, el grande, el genio y el creador de nuestra doctrina pero-
nista.
Existen indudablemente, desde el punto de vista de su relación con la historia,
varias clases de hombres comunes o mediocres, hombres superiores y hombres
extraordinarios. En esta clasificación no tienen nada que ver ni el origen, ni la
clase social, ni la cultura. Existen hombres mediocres y comunes entre los cul-
tos, y existen hombres superiores entre los humildes. Humildes obreros lo han
comprendido a Perón como no lo han comprendido los que se creían cultos, y
con eso han demostrado los obreros, los hombres humildes de nuestra patria,
que eran hombres superiores.
Esto no sucede por primera vez en el mundo. Frente a todos los hombres extra-
ordinarios, lo mismo que frente a las grandes ideas, siempre se han levantado
los sabios y los inteligentes para atacarlos, como así los humildes y los menos
cultos para apoyarlos. El caso de Colón, un humilde pescador, frente a los sa-
bios de la corte española; el caso de Cristo, a quien los escribas y sacerdotes de
aquella época negaron y, en cambio, humildes pecadores lo hicieron conocer
por todo el mundo y, además, lo apoyaron.
No puedo resistir a la tentación de analizar un poco este tema de comparación
de los hombres mediocres y comunes con los hombres superiores, sobre todo
porque yo aspiro a que cada peronista sea un hombre superior. No digo que
alcance a ser genial, porque los genios no nacen todos los días ni en todos los
siglos; pero sí ambiciono a que lleguen a ser hombres superiores, y es por eso

que nosotros queremos es esta Escuela hacer una diferencia entre el hombre
superior, el mediocre y el extraordinario, o sea el genio.
Nosotros, por sobre todo, tenemos al genio. Los peronistas contamos con los
hombres –y al decir hombres incluyo también a las mujeres- superiores.
Y el pueblo argentino, como todos los pueblos, por desgracia tiene también los
mediocres y hombres superiores que hoy vamos a tocar más profundamente. Se
entiende, vuelvo a decir, que al hablar del hombre me refiero también a la mu-
jer. Los mediocres no recorren sino caminos conocidos; los superiores buscan
siempre nuevos caminos. A los mediocres les gusta andar sobre las cosas
hechas; a los superiores les gusta crear.
Los mediocres se conforman con un éxito; los superiores aspiran a la gloria,
respiran ya el aire del siglo siguiente y viven casi en la eternidad. Un pintor que
suele copiar cuadros y otro pintor que crea, por ejemplo, uno es un hombre su-
perior, el segundo, y el otro es un hombre mediocre; por eso al creador se lo
define con el título de artista.
Los mediocres son los inventores de las palabras prudencia, exageración, ridi-
culez y fanatismo. Para ellos el fanatismo es una cosa inconcebible. Toda nueva
idea es exagerada. El hombre superior sabe en cambio que el fanático puede ser
un sabio, un héroe, un santo o un genio, y por eso lo admira y también lo acepta
y acepta el fanatismo.
Para un hombre superior, una idea nueva puede ser un descubrimiento de algo
grande, por ejemplo un mundo nuevo, como el mundo que descubrió Colón, un
hombre de origen tan sencillo. Un hombre común o mediocre nunca profundiza
una cosa y menos ama; el amor para él es una ridiculez y una exageración. Un
hombre superior, en cambio, es capaz de amar hasta el sacrificio. Muchas veces,
cuando los hombres aman hasta el sacrificio, son más heroicos. Yo, al ver que
hombres humildes de la patria quieren tanto a Perón y hacen sacrificios tan
grandes, pienso que estamos seguros, porque la bandera del pueblo, o sea la de
Perón, la de los descamisados, está en manos superiores.
Es por eso que nosotros debemos hacer una diferencia muy grande entre el me-
diocre y el superior. No porque un hombre tenga mucho estudio ha de ser su-
perior. Hay que hacer mucha diferencia entre los de gran cultura que creen que
lo saben todo, porque algunos tienen también la soberbia del ignorante, que es
la más peligrosa de todas.
Los mediocres nunca quieren comprometerse, y de ésos nosotros conocemos a
muchos. Son cobardes, nunca se juegan por una causa, ni por nadie; dirigentes
políticos de las horas buenas y aprovechadores cuando el río está revuelto. Yo
diría, funcionarios de esos, por ejemplo, que usan el distintivo solamente cuan-
do van a Trabajo y Previsión. No alcanzan a ser Judas, pero son tan repudiables,
La Baldrich - Espacio de Pensamiento Nacional
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que nosotros les llamaríamos Pilatos. Yo prefiero el enemigo de frente a un "ti-
bio", será porque los tibios me repugnan, y voy a decir aquí algo que está en las
Escrituras: "Los tibios me dan náuseas".
Yo admiro más bien a los hombres enemigos, pero valientes. Hay que tener
mucho cuidado con los Pilatos dentro de nuestra causa.
Dante ubicó a los mediocres, a los que no quisieron comprometerse ni con el
bien ni con el mal, junto a los ángeles, que no fueron ni fieles ni creyentes, pues
se dice que una vez los ángeles en el cielo se pelearon. Unos estuvieron a favor
de Cristo y otros en contra. Entonces, Dios, a los que estuvieron a favor los
mandó a la gloria y a los otros al infierno. Pero hubo uno de los ángeles, de esos
que abundan tanto, que no se comprometió; observador. Entonces Dios no lo
podía poner en la gloria, ni tampoco en La Divina Comedia –voy a hacer una
referencia-, al ponerlo a la entrada, dice Dante a Virgilio, que lo conduce: "Mira
y pasa", como diciéndole: "No vale la pena detenerse ante los que no quisieron
ni el cielo, ni tampoco los aceptó el infierno". El eterno castigo de los mediocres
es el desprecio. Y nosotros, además del desprecio, debemos ignorarlos. A los
mediocres los mata el anonimato. "Los mediocres –dice Elliot en su libro El
Hombre –son los enemigos más fuertes y más poderosos de todo hombre de
genio". Carecen de entusiasmo, de fe, de esperanza y, como es lógico, de idea-
les. Son los que se reían de los sueños de Perón, que lo creyeron loco o visiona-
rio. Otros hombres superiores creen en la belleza, en el amor y en la grandeza,
creen en todo lo extraordinario; por eso creyeron en Perón. Por cada día que
pasa nosotros nos damos cuenta de la estatura del general Perón.
El general Perón es de esos hombres extraordinarios que profundizan la historia
universal. Nosotros nos damos cuenta que tiene todo lo bueno de los grandes
hombres y que no tiene nada malo de los grandes hombres. Es por eso que los
hombres humildes de nuestra Patria –que yo voy a calificar de hombres supe-
riores de nuestra Patria, porque fueron superiores- vieron a Perón y creyeron en
él. Y es por eso que el general Perón, con muy pocas palabras, ha calificado a
esos hombres superiores, a esos hombres humildes de nuestro pueblo, diciendo
que lo mejor que tenemos es el pueblo.
Los hombres extraordinarios forman la tercera categoría, que es la de los hom-
bres que señalan rumbos y que jalonan la historia. Ellos son los sabios, artistas,
héroes, filósofos, y están también los grandes conductores de pueblos. A noso-
tros nos interesan, sobre todo y muy especialmente, los filósofos y los conducto-
res. Los filósofos son los que han pensado en mejorar los medios de vida del
hombre sobre la tierra. Pero tenemos en cierto modo una filosofía de la vida
nueva, ya que por filosofía nosotros entendemos una manera de encarar la vida
y algunos hombres extraordinarios se han creído y han enseñado a la humani-
dad cómo se puede vivir, y de una manera mejor. Estos hombres extraordina-
rios son los filósofos. Cuando los filósofos han tratado no sólo el problema per-
sonal, individual, del hombre, sino todos los problemas sociales del Estado, la

autoridad, la sociedad, el bien común, etc., entonces a este tipo de hombres ex-
traordinarios la filosofía los llama filósofos políticos.
Conductores. Para nosotros los conductores, tal como nos enseña Perón, son
aquellos que han hecho vivir a los pueblos de una manera determinada, lleván-
dolos como de la mano por los caminos de la historia.
Es esto lo que ha hecho el general Perón con nosotros. Tomó el país en un mo-
mento en que los argentinos habíamos perdido la esperanza, en un momento en
que los argentinos habíamos llegado a adoptar ciertos sistemas de vida, porque
los creíamos bien, porque los creíamos mejor, porque los argentinos, cuando
iban a comprar y encontraban "made in England", estaban mucho más conten-
tos que cuando decía "Industria Argentina". Y llegó el momento en que el pue-
blo había perdido la esperanza de encontrarse a sí mismo, llegó el momento en
que las fuerzas del trabajo, los obreros de nuestra patria, habían también perdi-
do la esperanza de un futuro mejor; llegó el momento en que, en el país, sus
fuerzas morales, materiales y culturales se estaban perdiendo en una noche que
no tenía aurora.. En ese momento llegó el general Perón; en esa noche llegó el
general Perón, y con una voluntad extraordinaria, con una clarividencia extra-
ordinaria y con un profundo amor a su patria y a su pueblo, fue abriendo la
selva y señalando el camino por el que el pueblo argentino lo iba a seguir para
encontrarse con este venturoso día que estamos viviendo todos los argentinos y
que tenemos que consolidar y legar a los argentinos del mañana. Para eso no
sólo hay que gritar: ¡Viva Perón!; para eso hay que comprenderlo, para eso hay
que profundizarlo y para eso hay que amar profundamente a la Patria y a las
fuerzas del trabajo, que es amarlo a Perón.
¿Por qué nos interesan a nosotros los filósofos, los políticos y los conductores?
¿Qué tienen que ver con la historia del peronismo?, dirán ustedes. Esta es mi
segunda clase y yo sigo hablando con persistencia sobre este asunto porque el
peronismo no se puede entender, ya que es una doctrina política, sino como la
cumbre de un largo camino, como una etapa, la más alta para la historia argen-
tina, y también -¿por qué no decirlo?- nosotros pretendemos que sea la más alta
para la humanidad en el progreso del hombre, y no se puede saber si una cum-
bre es más alta o más baja, si no se la compara precisamente con las demás, con
las otras cumbres, con las más altas.
Por eso estudiamos estos antecedentes universales con los cuales sabremos
nuestra propia estatura.
El Peronismo se precia de haber realizado, como yo lo dije hace un momento, lo
mejor de los sueños de los hombres grandes y aun por qué no decirlo con toda
franqueza y sinceridad, si ése ha de ser el lema de nuestra escuela- el haberlos
superado.
El Peronismo realiza los mejores ideales de los filósofos y conductores de todos
los tiempos, y para eso no hay más que estudiarlo, y ustedes me darán la razón.
De Sócrates, por ejemplo –el filósofo humilde de Atenas- ha tomado el pero-
nismo el deseo de que los hombres sean justos y buenos; como Sócrates, el pe-
ronismo predica la igualdad y la hermandad entre los hombres y el respeto a las
leyes, y aspira a una sola clase, que nosotros llamamos la clase de los que traba-
jan.
De Platón y de Aristóteles desechamos los conceptos de clases y de esclavitud
que ellos aceptaban, pero, en cambio, aceptamos lo mejor de ellos: sus altos
conceptos de la justicia como virtud fundamental del hombre que vive en la
sociedad y, como ellos, creemos y sostenemos en la doctrina y en la práctica, de
que por sobre la materia lo superior es el espíritu.
Se ha dicho mucho de nuestro movimiento que es materialista. Nada es más
falso. ¿O es que nuestros enemigos son tan cobardes que no quieren, tal vez por
vergüenza –y en esto tienen razón- ver que tenían sumergido a nuestro pueblo
por una explotación, que además de vergonzosa, no era digna de los argentinos,
porque no sólo los habían explotado materialmente sino espiritualmente, ya
que no les permitieron descubrir sus propios valores y sus propias posibilida-
des? ¿Es que no son capaces de reconocer que en 50 años, por no decir un siglo,
habían sumergido a nuestro pueblo? ¿Es que el general Perón, como conductor,
como patriota y, sobre todo, como argentino y como hombre que ama profun-
damente al hombre, no iba a solucionar un problema apremiante como era el
problema –si bien es cierto material- de la familia? Por eso, el entonces coronel
Perón, desde la secretaría de Trabajo y Previsión tomó para sí la ardua tarea de
resentir, tal vez, a los poderosos, no tanto por su doctrina, sino porque les tocó
un poco en sus intereses, les tocó el bolsillo, que es la "víscera" que más les due-
le. Además, les hizo sentir que en nuestra patria debían tratar a todos los argen-
tinos con la dignidad que merecen por el solo hecho de llevar el egregio apelli-
do de argentinos.
Es por eso que se atreven a decir todavía que nuestro movimiento es materialis-
ta, y ustedes, hombres y mujeres humildes, pero superiores, saben que nuestro
movimiento es eminentemente espiritual porque se basa en la moral y exalta los
valores morales del individuo y está por sobre la materia.
Uno de los propulsores del peronismo, para nosotros –sobre todo después de
haber escuchado las palabras del general Perón los otros días- es Licurgo. He
leído con gran cariño la vida de Licurgo, no precisamente porque me haya to-
cado el privilegio inmerecido de dictar esta clase sobre historia del peronismo,
sino porque siempre me ha interesado la historia de los grandes hombres y
porque Licurgo ha sido un personaje que hay que estudiar y comprender, ya
que cuanto más se lo lee más se lo admira.

Remontándonos a la antigüedad y observando un hombre que trabajaba ya con
un sentido tan justicialista, es por lo que el general Perón dijo los otros días que
Licurgo fué quien realizó, tal vez por primera vez en el mundo, el ideal peronis-
ta que establece que la tierra debe ser de quien la trabaja. Es así como Licurgo
repartió la tierra de los espartanos en partes iguales; y se dice que en los tiem-
pos de cosecha, Licurgo comentaba, al ver todas las parvas iguales, que parecía
que la Laconia era una herencia que se había repartido entre hermanos, porque
todas las parvas de toda la Laconia eran iguales.
Y más aún: para terminar con otra de nuestras preocupaciones fundamentales,
de que existieran menos pobres y menos ricos, hizo desaparecer el dinero, reali-
zando, también en eso, una revolución económica. Hizo acuñar monedas de
hierro, porque de esa manera se terminaba con la codicia y la avaricia. Asimis-
mo, para destruir el distingo de clases, dictó una ordenanza que obligaba a que
todas las puertas fueran iguales, tanto en las mansiones señoriales como en las
humildes casas.
Por eso es que nosotros vemos en Licurgo tal vez al primer justicialista que
haya tenido la humanidad. Pensamos también que precursores del peronismo
fueron, sin duda, otros hombres extraordinarios de la jerarquía de los filósofos,
de los creadores de religiones o reformas sociales, religiosas o políticas, y tam-
bién de conductores. Y yo digo precursores del peronismo, porque como dije
antes, nosotros hemos aceptado de las doctrinas y de los grandes hombres –
digo nosotros, queriendo decir nuestro conductor, porque Perón ya nos perte-
nece a todos los argentinos que lo hemos comprendido, que lo apoyamos, y,
como somos una gran familia, lo que hace Perón es de todos- todo lo bueno que
tienen. Pero lo grande de Perón, es que ha tomado de cada doctrina los concep-
tos humanos, los conceptos de la seguridad social, los conceptos del respeto a
las leyes, los conceptos de la igualdad y de una sola clase. El es un creador;
cuanto más leemos la doctrina; cuanto más estudiamos a los hombres, más nos
damos cuenta de que estamos frente a un hombre extraordinario, un creador
que no tiene nada que envidiar a los grandes creadores de la humanidad. Yo
diría que ningún hombre de este tipo puede dejar de considerarse, en cierto
modo, de cerca o de lejos, propulsor de una doctrina. Por eso, en este marco de
grandes, podríamos colocar a Confucio, a Alejandro, a Santo Tomás, a Rous-
seau, a Napoleón, e incluso a Marx, aunque en algunos casos no hayan sido más
que alentados por las intenciones del bien común. Todos ellos no son más que
jefes de rutas de la humanidad, jefes de ruta que algunas veces equivocaron el
camino, pero que por sendas derechas o torcidas vienen de muy lejos a terminar
en nuestra doctrina y nuestra realidad magnífica que nos da Perón. Fueros
creadores, y no fueron de ese grupo numeroso que les gusta andar sobre las
cosas hechas; fueron del grupo pequeño de los que les gusta crear.
Para tomar un poco la doctrina religiosa, vamos a tomar la doctrina cristiana y
el peronismo, pero sin pretender yo hacer aquí una comparación que escapa a
mis intenciones. Perón ha dicho que su doctrina es profundamente cristiana y

también ha dicho muchas veces que su doctrina no es una doctrina nueva; que
fue anunciada al mundo hace dos mil años, que muchos hombres han muerto
por ella, pero que quizá aun no ha sido realizada por los hombres.
Yo quisiera que ustedes profundizaran bien esta última frase, porque así com-
prenderían, y veríamos más claro muchos puntos que a veces no comprende-
mos. No está en mi ánimo hacer comparación alguna entre la figura de Cristo y
la de Perón; por lo menos yo no lo pretendo al decir estas palabras, pero debe-
mos recordar algo que dijo Perón no hace mucho y fue esto: "Nosotros, no so-
lamente hemos visto en Cristo a Dios, sino que también hemos admirado en él a
un hombre. Amamos a Cristo no sólo porque es Dios; lo amamos porque dejó
sobre el mundo algo que será eterno: el amor entre los hombres".
Yo pienso que si hay un hombre que ama a los hombres, si hay un hombre
humilde, generoso y extraordinario, dentro de su sencillez, ése es el general Pe-
rón, porque Perón no sólo es grande por su independencia económica, no sólo
es grande por su justicia social, y por lo bien alto que mantiene su soberanía, no
declamada como antes, cuando la entregaban por cuatro monedas al mejor
postor, sino una soberanía que se mantiene en los hechos.
Perón no es grande solamente por eso, ni por haber creado su gran doctrina.
Perón es grande también en sus pequeños detalles. Yo le oí decir no hace mucho
al doctor Mendé, en un comentario que me hizo hablando conmigo, porque
conversamos muy a menudo –y sobre que otro tema se puede hablar conmigo
que no sea el del General-: "Cuando a mí me llamaron para ser ministro de Pe-
rón, tuve un poco de miedo. Lo había idealizado a Perón y pensé si no sería
cierto eso que decía Napoleón, de que ningún hombre es grande para su ayuda
de cámara". "Después de un año tengo que decir que Perón es tan grande que lo
es para su ayuda de cámara. Y nosotros los ministros, ¿qué somos sino un ayu-
da de cámara de Perón? Somos tan pequeños dentro de su grandeza que yo
puedo afirmar que Perón ha superado eso que no ha superado ningún gran
hombre". Es que Perón es humilde hasta en sus pequeños detalles.
Pero volviendo al cristianismo. Nosotros los peronistas concebimos el cristia-
nismo práctico y no teórico. Por eso, nosotros hemos creado una doctrina que es
práctica y no teórica. Yo muchas veces me he dicho, viendo la grandeza extra-
ordinaria de la doctrina de Perón: ¿Cómo no va a ser maravillosa si es nada
menos que una idea de Dios realizada por un hombre? ¿Y en qué reside? En
realizarla como Dios la quiso. Y en eso reside su grandeza: realizarla con los
humildes y entre los humildes.
En medio de este mundo lleno de sombras en que se levanta esta voz justicialis-
ta que es el peronismo, pareciera que la palabra justicialista asusta a muchos
hombres que levantan tribunas como defensores del pueblo, mucho más que el
comunismo. Yo pensaba estos días, en una conferencia que me tocó presidir, si
el mundo querrá la felicidad de la humanidad o sólo aspira a hacerle la jugada

un poco carnavalesca y sangrienta de utilizar la bandera del bien para intereses
mezquinos y subalternos. Nosotros tenemos que pensar, y llamar un poco a la
reflexión a la humanidad, sobre todo a los hombres que tienen la responsabili-
dad de dirigir a los pueblos. A mi juicio el carnaval no tiene más que seis días al
año, y, por lo tanto, es necesario que nos quitemos la careta y que tomemos la
realidad, no cerrando los ojos a ella, y que la veamos con los ojos que la ve Pe-
rón, con los ojos del amor, de la solidaridad y de la fraternidad, que es lo único
que puede construir una humanidad feliz. Para ello, es necesario que no le
hagamos la sangrienta payasada que le han hecho los "defensores" del pueblo a
los trabajadores. Por ejemplo durante 30 años se han erigido en defensores de
ellos y han estado siguiendo a un capitalismo cruento, sin patria ni bandera, y
cuando una persona de América levantó la voz para pedir la palabra justicialis-
ta, se escandalizaron como si se hubiera pronunciado la peor de las ofensas que
se puedan decir.
Yo soy una mujer idealista. He abrazado con amor la causa del pueblo y en eso
tengo que dar gracias a Perón y a Dios por haberme iluminado bastante joven,
como par poder ofrecer una vida larga al servicio de la causa del pueblo, que,
por ser la causa del hombre, ha de ser una causa superior. Como mujer idealista
y joven, entonces, no podía aceptar y me daba náuseas –como decía Cristo- que
hombres tibios, pero cobardes, no sostuvieran con la sinceridad, con al honra-
dez y con el espíritu de sacrificio que hay que sostener la verdadera bandera
que es la de la felicidad y la de la seguridad mundial.
Es por eso que cada vez que trato más a los hombres, amo más a Perón. Me re-
fiero a los hombres que se erigen en dirigentes y que son falsos apóstoles; que lo
único que quieren es llegar, para, después de llegar, traicionar. Por eso, cuando
veo en este mundo de sombras y de egoísmo, que se levanta la voz justicialista
de nuestro peronismo, me acuerdo siempre de aquello que dijo León Bloy: "Na-
poleón es el rostro de Dios en las tinieblas". Para nosotros, acepto esta frase por
lo que significa, y haciéndole un poco de plagio a León Bloy, digo que para no-
sotros –y con mucha justicia y gran certeza- Perón es el rostro de Dios en la os-
curidad, sobre todo en la oscuridad de este momento que atraviesa la humani-
dad.
Perón no sólo es esperanza para los argentinos. Perón ya no nos pertenece; Pe-
rón es bandera para todos los pueblos con sed de justicia, con sed de reivindica-
ciones y con sed de igualdad. Yo he podido comprobar cómo nos envidian mu-
chos porque lo tenemos a Perón; cómo nos quieren otros por lo mismo y cómo
disfrutan otros en que haya tantos malos argentinos, creyendo que los malos
argentinos serán más y que lo dejarán pasar a Perón, para poder cumplir ellos
su política de imperialismo, ya sea de derecha o de izquierda. Los que las dis-
frutan son las fuerzas del mal en esta Argentina en que los argentinos nos sen-
timos orgullosos, pero no como antes, por una cuestión de novelería, porque no
éramos argentinos con dignidad. Hoy somos argentinos en toda la extensión de
la palabra. Somos los argentinos que soñaron los patriotas de ayer, somos los

argentinos ya reivindicados, a quienes ha colocado en el sitio de privilegio, el
genio, el creador, el conductor, el guía: el general Perón.
Después de efectuar estas incursiones por la filosofía universal de la historia
para hacer las comparaciones doctrinarias con nuestra doctrina y con nuestro
Líder, el general Perón, es que, en esta materia de la Historia del Peronismo, he
querido que ustedes lo comprendan bien a Perón. Yo no puedo descubrirles a
Perón, porque, como bien dije hace poco, si un poeta quisiera cantarle al sol o
un pintor pintarlo, yo los consideraría locos. Al sol no hay que cantarle ni pin-
tarlo: hay que salir a verlo y, aun viéndolo, uno se deslumbra. Yo invito a uste-
des a que salgan a ver a Perón, a que lo conozcan profundamente: se deslum-
brarán, pero cada día lo amarán más entrañablemente y rogarán a Dios para
que podamos obtener de este hombre extraordinario el mayor provecho posible
para el bienestar y engrandecimiento de nuestra patria y de su pueblo.
Y cuando el general Perón se haya ido definitivamente en lo material, no se
habrá alejado jamás del corazón de los argentinos, porque nos habrá dejado su
obra y nos acompañará siempre su presencia superior.
Hasta la próxima clase."

miércoles, 26 de octubre de 2016

DISCURSO DE PERÓN:

"A TODOS LOS PUEBLOS Y GOBIERNOS DEL MUNDO" 

23/03/1972


"Hace casi 30 años, cuando aún no se había iniciado el proceso de descolonización contemporánea, anunciamos la TERCERA POSICIÓN en defensa de la SOBERANÍA y AUTODETERMINACIÓN de las pequeñas Naciones frente a los bloques en que se dividieron los vencedores de la segunda guerra mundial. Hoy, cuando aquellas pequeñas naciones han crecido en número y constituyen el gigantesco y multitudinario Tercer Mundo, un peligro mayor –que afecta a toda la humanidad y pone en peligro su misma supervivencia-, nos obliga a plantear la cuestión en nuevos términos que van más allá de lo estrictamente político, que superan las divisiones partidarias o ideológicas, y entran en la esfera de las relaciones de la Humanidad con la Naturaleza. Creemos que ha llegado la hora en que todos los Pueblos y Gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la Humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología y de la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esa marcha, a través de una acción mancomunada internacional. La concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero solo puede transformarse en la acción necesaria a través de los dirigentes políticos. Por eso abordo el tema como dirigente político, con la autoridad que me da el haber sido el precursor de la posición actual del Tercer Mundo y con el aval que me dan las últimas investigaciones de los científicos en la materia.

 LOS HECHOS 

 El Ser Humano ya no puede ser concebido independientemente del medio ambiente que él mismo ha creado. Ya es una poderosa fuerza biológica y si continúa destruyendo los recursos vitales que le brinda la tierra sólo puede esperar verdaderas catástrofes sociales para las próximas décadas. La Humanidad está cambiando las condiciones de vida con tal rapidez que no llega a adaptarse a las nuevas condiciones. Su acción va más rápido que su captación de la realidad y no ha llegado a comprender, entre otras cosas, que los recursos vitales para él y sus descendientes derivan de la naturaleza y no de su poder mental. De este modo, a diario, su vida se transforma en una interminable cadena de contradicciones. En el último siglo ha saqueado continentes enteros y le han bastado un par de décadas para convertir a ríos y mares en basurales, y al aire de las grandes ciudades en un gas tóxico y espeso. Inventó el automóvil para facilitar su traslado, pero ahora ha erigido una civilización del automóvil que se asienta sobre un cúmulo de problemas de circulación, urbanización, seguridad y contaminación en las ciudades, y que agrava las consecuencias de su vida sedentaria. Las mal llamadas "sociedades de consumo" son, en realidad, sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto porque el gasto produce lucro. Se despilfarra mediante la producción de bienes innecesarios o superfluos y, entre éstos, a los que deberían ser de consumo duradero, con toda intención se les asigna corta vida porque la renovación produce utilidades. Se gastan millones de inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana. Como ejemplo bastan los autos actuales que debieron haber sido reemplazados por otros con motores eléctricos o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar el pique de los mismos. No menos grave resulta el hecho de que los sistemas sociales de despilfarro de los países tecnológicamente más avanzados, funcionan mediante el consumo de ingentes recursos naturales aportados por el Tercer Mundo. De este modo el problema de las relaciones dentro de la Humanidad es paradójicamente doble: algunas clases sociales –las de los países de baja tecnología en particular- sufren los efectos del hambre, el analfabetismo y las enfermedades, pero al mismo tiempo las clases sociales y los países que asientan su exceso de consumo en el sufrimiento de los primeros, tampoco están racionalmente alimentados, ni gozan de una auténtica cultura o de una vida espiritual o físicamente sana. Se debaten en medio de la ansiedad, y del tedio y los vicios que produce el ocio mal empleado.

 ESPEJISMO TECNOLÓGICO

 El Ser Humano, cegado por el espejismo de la tecnología, ha olvidado las verdades que están en la base de su existencia. Y así, mientras llega a la Luna gracias a la cibernética, la nueva metalurgia, combustibles poderosos, la electrónica y una serie de conocimientos teóricos fabulosos, mata el oxígeno que respira, el agua que bebe y el suelo que le da de comer, y eleva la temperatura permanente del medio ambiente sin medir las consecuencias biológicas. Ya en el colmo de su insensatez mata al mar, que podría servirle de última base de sustentación. Lo peor es que debido a la existencia de poderosos intereses creados o por la falsa creencia generalizada de que los recursos naturales vitales son inagotables, este estado de cosas tiende a agravarse. Mientras un fantasma –el hambre recorre el mundo devorando 55 millones de vidas humanas cada 20 meses, afectando hasta a países que ayer fueron graneros del mundo y amenazando expandirse de modo fulmíneo en las próximas décadas, en los centros de más alta tecnología se anuncia, entre otras maravillas, que pronto la ropa se cortará con rayos láser y que las amas de casa harán sus compras desde sus hogares por televisión y las pagarán mediante sistemas electrónicos. La separación dentro de la Humanidad se está agudizando de modo tan visible que parece que estuviera constituida por más de una especie En el curso del último siglo el Ser Humano ha exterminado cerca de doscientas especies animales terrestres. Ahora a pasado a liquidar las especies marinas. Aparte de los efectos de la pesca excesiva, amplias zonas de los océanos, especialmente costeras, ya han sido convertidas en cementerios de peces y crustáceos, tanto por los desperdicios arrojados como por el petróleo involuntariamente derramado. Sólo el petróleo liberado por los buques cisternas hundidos, ha matado en la última década cerca de 600.000 millones de peces. Sin embargo seguimos arrojando al mar más desechos que nunca, perforamos miles de pozos petrolíferos en el mar o sus costas y ampliamos al infinito el tonelaje de los petroleros sin tomar medidas de protección de la fauna y la flora marinas. La creciente toxicidad del aire de las grandes ciudades es bien conocida, aunque muy poco se ha hecho para disminuirla. En cambio, todavía ni siquiera existe un conocimiento mundialmente difundido acerca del problema planteado por el despilfarro del agua dulce, tanto para el consumo humano como para la agricultura. La liquidación de aguas profundas ya ha convertido en desiertos extensas zonas otrora fértiles del globo, y los ríos han pasado a ser gigantescos desagües cloacales más que fuentes de agua potable o vías de comunicación. Al mismo tiempo, la erosión provocada por el cultivo irracional o por la supresión de la vegetación natural se ha convertido en un problema mundial y se pretende reemplazar con productos químicos el ciclo biológico del suelo, uno de los más complejos de la existencia. Para colmo, muchas fuentes naturales han sido contaminadas, las reservas de agua dulce están pésimamente repartidas por el planeta y cuando nos quedaría como último recurso la desalinización del mar nos enteramos que una empresa de este tipo de dimensión universal exigiría una infraestructura que la Humanidad no está en condiciones de financiar y armar en este momento. Por otra parte, a pesar de la llamada "revolución verde" el Tercer Mundo todavía no ha alcanzado a producir la cantidad de alimentos que consume, y para llegar a su autoabastecimiento necesita un desarrollo industrial, reformas estructurales y la vigencia de una Justicia Social que todavía está lejos de alcanzar. Para colmo el desarrollo de la producción de alimentos sustitutivos está frenado por la insuficiencia financiera y las dificultades técnicas. Por supuesto, todos estos desatinos culminan con una tan desenfrenada como irracional carrera armamentista que le cuesta a la Humanidad 200.000 millones de dólares anuales. A este maremagnum de problemas creados artificialmente se suma el crecimiento explosivo de la Humanidad. El número de seres Humanos que pueblan el planeta se ha duplicado en el último siglo y volverá a duplicarse, para fines del actual o comienzos del próximo, de continuar la actual "ratio" de crecimiento. De seguir por este camino en el año 2500 cada ser Humano dispondrá de un solo metro cuadrado sobre el planeta. Esta visión global está lejana en el tiempo, pero no difiere mucho de la que ya corresponde a las grandes urbes, y no debe olvidarse que dentro de veinte años más de la mitad de la Humanidad vivirá en ciudades grandes y medianas.

 POLÍTICA DEMOGRÁFICA 

 Es indudable pues, que la Humanidad necesita tener una política demográfica. La cuestión es que aún poniéndola en práctica ya, por el retardo con que comenzaremos, no producirá sus efectos antes de fin de la década en materia educativa y antes del fin del siglo en materia ocupacional. Y de que además una política demográfica no produce los efectos deseados si no va acompañada de una política económica y social correspondiente. De todos modos, mantener el actual ritmo de crecimiento de la población Humana es tal suicida como mantener el despilfarro de los recursos naturales en los centros altamente industrializados donde rige la economía de mercado o en aquellos países que han copiado sus modelos de desarrollo. Lo que no debe aceptarse es que la política demográfica esté basada en la acción de píldoras que ponen en peligro la salud de quienes las toman o sus descendientes. 

 QUÉ HACER 

 Si se observan en su conjunto los problemas que se nos plantean y que hemos enumerado, comprobaremos que provienen tanto de la codicia y la imprevisión Humanas, como de las características de algunos sistemas sociales, del abuso de la tecnología, del desconocimiento de las relaciones biológicas y de la progresión natural del crecimiento de la población Humana. Esta heterogeneidad de causas debe dar lugar a una heterogeneidad de las respuestas, aunque en última instancia tengan como denominador común la utilización de la inteligencia Humana. A la irracionalidad y el suicidio colectivo debemos responder con la racionalidad del deseo de supervivencia. Para poner freno e invertir esta marcha hacia el desastre es menester aceptar algunas premisas: 
1. Son necesarias y urgentes: una revolución mental en los hombres, especialmente en los dirigentes de los países más altamente industrializados; una modificación de las estructuras sociales y productivas en todo el mundo, en particular en los países de alta tecnología donde rige la economía de mercado, y el surgimiento de una convivencia biológica dentro de la Humanidad y el resto de la naturaleza. 
2. Esa revolución mental implica comprender que el hombre no puede reemplazar a la naturaleza en el mantenimiento de un adecuado ciclo biológico general, que la tecnología es un arma de doble filo, que el llamado progreso debe tener un límite y que incluso habrá que renunciar a algunas de las comodidades que nos ha brindado la civilización, que la naturaleza debe ser restaurada en todo lo posible, que los recursos naturales resultan agotables y por lo tanto deben ser cuidados y racionalmente utilizados por el hombre, que el crecimiento de la población debe ser planificado sin preconceptos de ninguna naturaleza; que por el momento más importante que planificar el crecimiento de la población es aumentar la producción y mejorar la distribución de alimentos y la difusión de servicios sociales como la educación y la salud pública, y que la educación y el sano esparcimiento deberán reemplazar el papel que los bienes y servicios superfluos juegan actualmente en la vida del hombre. 
3. Cada Nación tiene derecho al uso soberano de sus recursos naturales. Pero al mismo tiempo cada gobierno tiene la obligación de exigir a sus ciudadanos el cuidado y utilización racional de los mismos. El derecho a la subsistencia individual impone el deber hacia la supervivencia colectiva, ya se trate de ciudadanos o pueblos. 
4. La modificación de las estructuras sociales y productivas en el mundo implica que el lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico de sociedad alguna, y que la Justicia Social debe erigirse en la base de todo sistema, no sólo para beneficio directo de los hombres sino para aumentar la producción de alimentos y bienes necesarios; consecuentemente, las prioridades de producción de bienes y servicios deben ser alteradas en mayor o menor grado según el país de que se tratare. En otras palabras: necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico, que al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales del Ser Humano racionen el consumo de recursos naturales y disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental. 
5. Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo físicamente nuevo. No se puede construir una nueva sociedad basada en el pleno desarrollo de la personalidad humana en un mundo viciado por la contaminación del ambiente, exhausto por el hambre y la sed y enloquecido por el ruido y el hacinamiento. Debemos transformar a las ciudades del presente en las ciudades jardines del futuro. 
6. El crecimiento de la población debe ser planificado, en lo posible de inmediato, pero a través de métodos que no perjudiquen la salud humana, según las condiciones particulares de cada país (esto no rige para la Argentina, por ejemplo) y en el marco de políticas económicas y sociales globalmente racionales. 
7. La lucha contra la contaminación del ambiente y la biosfera, el despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de las ciudades y el crecimiento explosivo de la población del planeta debe iniciarse ya a nivel municipal, nacional e internacional. Estos problemas, en el orden internacional deben pasar a la agenda de las negociaciones entre las grandes potencias y a la vida permanente de las Naciones Unidas con carácter de primera prioridad. Este, en su conjunto, no es un problema más de la Humanidad; es el problema. 
 8. Todos estos problemas están ligados de manera indisoluble con el de la Justicia Social, el de la Soberanía Política y la Independencia Económica del Tercer Mundo, y la distensión y la cooperación internacionales. 9. Muchos de estos problemas deberán ser encarados por encima de las diferencias ideológicas que separan a los individuos dentro de sus sociedades o a los Estados dentro de la comunidad internacional. CONCLUSIONES
 Finalmente, deseo hacer algunas consideraciones para nuestros países del Tercer Mundo: 
 1. Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales, que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología donde rige la economía de mercado. Ya no puede producirse un aumento en gran escala de la producción alimentaria del Tercer Mundo sin un desarrollo paralelo de las industrias correspondientes. Por eso cada gramo de materia prima que se dejan arrebatar hoy los países del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos que dejarán de producir mañana. 
 2. De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a métodos de desarrollo, preconizados por esos mismos monopolios que significan la negación de un uso racional de los mismos. 
 3. En defensa de sus intereses, los países deben propender a las integraciones regionales y a la acción solidaria. 
 4. No debe olvidarse que el problema básico de la mayor parte de los países del Tercer Mundo es la ausencia de una auténtica Justicia Social y de participación popular en la conducción de los asuntos públicos. Sin Justicia Social el Tercer Mundo no estará en condiciones de enfrentar las angustiosamente difíciles décadas que se avecinan. La Humanidad debe ponerse en pie de guerra en defensa de sí misma. En esta tarea gigantesca nadie puede quedarse con los brazos cruzados. Por eso convoco a todos los Pueblos y Gobiernos del mundo a una acción solidaria" 

Atte: SOMOS PERONISMO

sábado, 22 de octubre de 2016

22 DE OCTUBRE DE 1945 SE CASAN JUAN PERÓN Y EVITA DUARTE

SETENTA Y UN AÑOS DEL CASAMIENTO QUE CAMBIÓ A LA PATRIA:


El 22 de octubre de 1945 el coronel Perón y Eva Duarte se casan en Junín, la ceremonia fue pequeña sin mucho tumulto, desde ese entonces Eva Duarte se convirtió en: María Eva Duarte De Perón.
Perón años mas tarde afirmaría: "(...)La decisión del casamiento con Eva fue el primer acto revolucionario que produjo el justicialismo". "Un oficial del ejército argentino, casado con una artista, era una grave ofensa para la imagen de la institución, pero si a ello se agrega el hecho de que ese oficial había cobrado una trascendencia insospechada, el cuadro de esa realidad se volvía, para muchos cortos de genio bochornosa".
Como ya sabemos el amor que se profesaban era infinito, se convirtieron en uno de los matrimonios mas importantes para la patria Argentina. 




Atte: SOMOS PERONISMO

miércoles, 19 de octubre de 2016

CAPITULO DEL LIBRO "MI MENSAJE" DE EVITA

CAPITULO CINCO DEL LIBRO "MI MENSAJE" : LOS FANÁTICOS.





"(...) Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan.
Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo, porque no pueden servirlo aunque quieran.
Para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir.
Los fríos no mueren por una causa sino por casualidad.
Los fanáticos sí.
Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de la historia.
Me gustan los héroes, y los santos, y los mártires, cualquiera sea la causa y la razón de su fanatismo.
El fanatismo convierte a la vida en un morir permanente y heroico; pero es el único camino que tiene la vida para vencer a la muerte.
Por eso soy fanática.
Daría mi vida por Perón y por el pueblo.
Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir en ellos para toda la eternidad.
Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo y fanáticos los trabajadores y los descamisados.
El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas.
Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón.
Por eso los venceremos.
Ellos tienen dinero, privilegios, jerarquías, poder, riquezas.
Pero no podrán ser nunca fanáticos.
Porque no tienen corazón.
Nosotros sí.
Ellos no pueden ser idealistas porque las ideas tienen su raíz en la inteligencia pero los ideales tienen su pedestal en el corazón.
Ellos no pueden ser fanáticos porque las sombras no pueden mirarse en el espejo del sol.
Frente a frente, ellos y nosotros, ellos con todas las fuerzas del mundo y nosotros con nuestro fanatismo, siempre venceremos nosotros.
Tenemos que convencernos para siempre.
El mundo será para los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo, pero enardecernos significa quemarnos para poder quemar, sin escuchar la sirena de los mediocres y de los imbéciles que nos hablan de prudencia.
Ellos que hablan de la dulzura y del amor se olvidan que Cristo dijo: – ¡Fuego he venido a traer sobre la tierra y que más quiero sino que arda!
El nos dio un ejemplo divino de fanatismo.
¿Qué son a su lado los eternos predicadores de la mediocridad?"

Atte: SOMOS PERONISMO

lunes, 17 de octubre de 2016

DISCURSO DE EVITA EL 17 DE OCTUBRE DE 1949

DISCURSO DE EVA PERÓN:




"Mis queridos descamisados de ayer y de hoy, mañana y de siempre: A todos ustedes, que comprendieron en la hora decisiva que peligraba el destino de la Patria y jugaron su vida para que triunfara la justicia, a ustedes, que rescataron al coronel Perón de las garras del odio y con amor encendieron el impulso y alientan todavía su fuerza aglutinante que transformó la Patria con asombro del mundo.Es el amor de ustedes el que floreció en el rescate hace cuatro años. Hace cuatro años desde este mismo balcón, bajo este mismo pedazo de cielo y frente a esta misma multitud del pueblo, se consagró un hombre, nuestro querido Coronel Perón. Hoy, y por siempre sea, vuelve a vivirse la jornada gloriosa, que queda incorporada a la historia de la Patria como clásica definición de la argentinidad. Hace cuatro años esta histórica plaza se reencontraba en sus ansias de justicia, en sus anhelos de bienestar, en su firme determinación de libertad. Hace cuatro años, mis queridos descamisados, se reencarnaba el grito del Cabildo, con sostén de pueblo, al amparo de una voluntad también firme, que es la voluntad de nuestro pueblo argentino. Desde estos mismos balcones, el líder asomaba como un sol, rescatado por el pueblo y para el pueblo, sin más armas que sus queridos descamisados de la Patria, retemplados en el trabajo. Este es el origen puro de nuestro Líder. Es necesario decirlo y destacarlo. No salio de las combinaciones de un comité político. No es el producto del reparto de las prebendas. No supo, no sabe, ni sabrá nunca de la conquista de las voluntades, sino por los caminos limpios de la justicia.Esa es la raíz de la razón de ser del 17 de Octubre. Esa es su partida de nacimiento. Nació en los surcos, en las fábricas y en los talleres. Surge de lo más noble de la actividad nacional.Fue concebido por los trabajadores en el trabajo y su desarrollo contempla sus aspiraciones también en el trabajo. El 17 de octubre, mis queridos descamisados, es una aspiración, es un canto hecho ya realidad. Estamos en una obra que nada ni nadie podrán detener. Ya he tenido oportunidad de decir,¡dentificada con el líder, que el peronismo no se aprende ni se proclama, se comprende y se siente. Por eso es convicción y es fe. Por eso, también, no importan los rezagados del despertar nacional. Yo no deseo, no quiero para el peronismo, a los ciudadanos sin mística revolucionaria. Que no se incorporen, que queden rezagados, si no están convencidos. El que ingrese, que vuelque su cabeza y su corazón sin retaceos, para afrontar nuestras luchas, que siempre habrán de terminar en un glorioso 17 de Octubre. Pero en nuestro movimiento no tiene cabida el interés y el cálculo. Marchamos con la conciencia hecha justicia que reclama la humanidad de nuestros días.Peronismo es la fe popular hecha partido en torno a una causa de esperanza que faltaba en la Patria. Hace poco tiempo, para definir mi condición de peronista, expresé: Luchamos por la Independencia y la soberanía de la Patria, por la dignidad de nuestros hijos y de nuestros padres, por el honor de una bandera, por la felicidad de un pueblo escarnecido y sacrificado en aras de una avaricia y un egoísmo que no nos han traído sino dolores y luchas estériles y destructivas.Si el pueblo fuera feliz y la Patria grande, ser peronista sería un derecho. En nuestros días, ser peronista es un deber. Por eso soy peronista. Soy peronista por conciencia nacional, por procedencia popular, por convicción personal y por apasionada solidaridad y gratitud a mi pueblo, vivificado y actuante otra vez por el renacimiento de sus valores espirituales y la capacidad realizadora de su jefe, el General Perón. Esta es la definición de un peronismo auténtico, que tiene su raíz en la mística revolucionaria.Esta es la definición del peronismo del 17 de Octubre de 1945, sin otro interés, sin otro cálculo, sin otra proyección que el bienestar de la Patria, traducido en el bienestar de los trabajadores en sus múltiples actividades. Yo invito al pueblo a meditar sobre el significado, sobre la honda proyección del 17 de Octubre. Es la única, la auténtica, la definitiva revolución popular que se opera en nuestro pueblo. Una revolución histórica se justifica cuando sus causas sociales, políticas y económicas las determinan.Y ahí está la justificación de la revolución histórica del 17 de Octubre. Fue determinada por causas sociales, políticas y económicas. En lo social, el abandono total de la justicia, con el enquistamiento de los privilegios y la explotación del trabajador. En lo político, con la sistematización del fraude en favor de los partidos que se turnaban en el Gobierno o se lo quitaban mutuamente según el menor o mayor apoyo de los intereses en juego y en lo económico, el entreguismo y la venta del país, surgidos de sus reyertas.Contra ello, y para destruir ese estado de cosas, el pueblo rescató a su Líder y lo ubicó en este balcón el 17 de octubre de 1945. Cumplo una obra eminentemente peronista, que se inspira en la doctrina del General Perón y tiene como fundamento y base los principios sociales que arrancan del 17 de octubre. Toda mi acción está dirigida a los trabajadores de la Patria y a interpretar el pensamiento y el sentimiento del General Perón, con quien trato de colaborar en su incansable labor en favor del pueblo que él tanto ama. No creo que mis actividades para mitigar el dolor de los necesitados puedan constituir un mérito. Por el contrario, lo interpreto como un deber de quien puede hacerlo. Quiero ahora destacar la enorme satisfacción que me produce auscultar esta perfecta unidad entre el pueblo y el General Perón. Hecho nuevo que también tiene su origen en el 17 de octubre. Movidos, dinamizados por idénticos anhelos y las mismas aspiraciones, el pueblo y su Líder forman hoy una unidad indestructible, que consolidan y ensanchan el camino del  movimiento peronista.De nada valdrá, entonces, el mezquino retaceo de los rezagados y los resentidos.Felizmente para nosotros, en nuestra historia los luchadores siempre han sido los más, y los rezagados los menos. El pueblo, en todas sus etapas, marchó a la cabeza de las minorías acomodaticias y alcanzó sus objetivos comunes siempre que encontró un conductor capaz de señalarle los caminos y de unificar sus energías populares, evitando su dispersión. Y abandonó a los costados del sendero, como se abandona a lo inútil, a los cobardes incapaces de colaborar en la grandeza de la Patria. Sólo así fue posible nuestra Independencia, uniendo la consecuencia y la combatividad de los sectores más populares de la población a los anhelos y a la conciencia de los hombres de Mayo. Sólo así fue posible la epopeya de la guerra por la liberación de medio continente, cuando los gauchos, los descamisados, siguiendo la alta inspiración sanmartiniana llevaron la bandera de la libertad y autodeterminación a las playas del Pacífico. Y sólo así fue posible nuestra segunda y definitiva liberación, cuando los trabajadores argentinos, unidos en un solo bloque alrededor del Coronel Perón, proclamaron, en un día como hoy y en este histórico lugar, que sus viejos enemigos, la oligarquía y el imperialismo, ya no tenían nada que hacer en esta nueva Argentina, otra vez en marcha porque había encontrado su conductor. Ya saben los descamisados que la bandera peronista no será jamás arriada. Los cientos de miles de corazones que hoy palpitan en esta plaza histórica, constituyen el símbolo de la lealtad. Por eso, con ese nombre, se ha denominado el 17 de Octubre “Día de la Lealtad” porque encarna la lealtad de un pueblo para con su Líder, día de la lealtad entre hermanos de una misma causa que marchan seguros de su fuerza y de su destino. El 17 de Octubre, compañeros, ya está definitivamente incorporado a la historia de la Patria por voluntad soberana de su pueblo. Se cierra y comienza una nueva etapa de la vida argentina que transforma fundamentalmente su fisonomía social, política y económica.Por eso, el Líder de los argentinos, nuestro glorioso General Perón, puede hoy afirmar, con razón y orgullo, al mundo entero, desde el Preámbulo de la Nueva Constitución Argentina, que formamos “una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.Por eso todo el pueblo está de pie, observa, vigila y hace de la lealtad su culto, su ley y su bandera. Lealtad que hace temblar la plaza histórica en la noche del rescate; lealtad que se hará justicia con su propia mano el día de la traición; lealtad que sólo pueden sentir los que quieren a la Patria y no se venden al oro extranjero; lealtad de dos amigos que juntos forjaron el destino de la Patria y el fervor del pueblo que los sigue; lealtad de todo un pueblo que siente que en su alma no cabe la traición, y cuando la sospecha pasa como una sombra hay un solo grito: ¡La vida por Perón!"


Atte: SOMOS PERONISMO

DÍA DE LA LEALTAD, 71 AÑOS DEL 17 DE OCTUBRE DE 1945

EL DÍA QUE EL PUEBLO SALIÓ A PEDIR LA LIBERTAD DE PERÓN:

El gobierno de Farrell ante las quejas de los empresarios opositores a las políticas sociales de Perón, decide destituirlo de todos los cargos y detenerlo en la isla Martín Garcia.
Las noticias llegaron a los barrios obreros y a los sindicatos, la CGT convoco a una huelga general el 18 de octubre. En la mañana del 17 de octubre de 1945 miles de obreros se desplazaron hacía plaza de mayo para exigir la libertad de Perón, el ministro de guerra se negó a reprimir, ya que la opinión de algunos militares era reprimirlos, después de algunas horas de negociaciones, Perón por la noche hablo desde el balcón de Casa de gobierno.
 
Obreros el 17 de octubre pidiendo la libertad de Perón.

Palabras de Perón:
"Trabajadores:
Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del ejército. Con ello he renunciado voluntariamente, al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el Coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi abrazo final a esa institución que es un puntal de la patria: el ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa, grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo, que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer este pueblo grandioso en sentimiento y en número.Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha ahora también para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo. Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria.Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, había de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. (se refirió luego a la unión general y agregó) Que sea esa unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea esa unidad, sino que también sepa dignamente defenderla. (Como se alzaran voces de la multitud, preguntándole dónde estuvo, añadió) Preguntan ustedes dónde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la patria.Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de trabajo y previsión que fue y que seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida que todos los trabajadores sean un poquito más felices.Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo. Dije que habia llegado la hora del consejo, y recuerden, trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta hermosa masa en movimiento cada uno de los tristes o descontentos, para que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriota que son ustedes.Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaba a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja había sentido en estos días. Esperemos que los días que vengan sean de paz y construcción para la nación. Sé que se habían anunciado movimientos obreros, ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso, les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo, y piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y por esta única vez ya que no se los pude decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres que vienen del trabajo, que son la esperanza más cara de la patria.Y he dejado deliberadamente para lo último el recomendarles que antes de abandonar esta magnífica asamblea lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros.Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días."






Atte: SOMOS PERONISMO

martes, 11 de octubre de 2016

PERÓN SOBRE LA CONQUISTA Y EL DÍA DE LA RAZA.

COMPAÑEROS: COMPARTO EL DISCURSO DE PERÓN EL 12 DE OCTUBRE DE 1947.




"No me consideraría con derecho a levantar mi voz en el solemne día que se festeja la gloria de España, si mis palabras tuvieran que ser tan sólo halago de circunstancias o simple ropaje que vistiera una conveniencia ocasional. Me veo impulsado a expresar mis sentimientos porque tengo la firme convicción de que las corrientes de egoísmo y las encrucijadas de odio que parecen disputarse la hegemonía del orbe, serán sobrepasadas por el triunfo del espíritu que ha sido capaz de dar vida cristiana y sabor de eternidad al Nuevo Mundo.
No me atrevería a llevar mi voz a los pueblos que, junto con el nuestro, formamos la Comunidad Hispánica, para realizar tan sólo una conmemoración protocolar del Día de la Raza.
Únicamente puede justificarse el que rompa mi silencio, la exaltación de nuestro espíritu ante la contemplación reflexiva de la influencia que, para sacar al mundo del caos que se debate, puede ejercer el tesoro espiritual que encierra la titánica obra cervantina, suma y compendio apasionado y brillante del inmortal genio de España.
Espíritu contra utilitarismo
Al impulso ciego de la fuerza, al impulso frío del dinero, la Argentina, coheredera de la espiritualidad hispánica, opone la supremacía vivificante del espíritu.
En medio de un mundo en crisis y de una humanidad que vive acongojada por las consecuencias de la última tragedia e inquieta por la hecatombe que presiente; en medio de la confusión de las pasiones que restallan sobre las conciencias, la Argentina, la isla de paz, deliberada y voluntariamente, se hace presente en este día para rendir cumplido homenaje al hombre cuya figura y obra constituyen la expresión más acabada del genio y la grandeza de la raza.
Y a través de la figura y de la obra de Cervantes va el homenaje argentino a la Patria Madre, fecunda, civilizadora, eterna, y a todos los pueblos que han salido de su maternal regazo.
Por eso estamos aquí, en esta ceremonia que tiene la jerarquía de símbolo. Porque recordar a Cervantes es reverenciar a la madre España; es sentirse más unidos que nunca a los demás pueblos que descienden legítimamente de tan noble tronco; es afirmar la existencia de una comunidad cultural hispanoamericana de la que somos parte y de una continuidad histórica que tiene en la raza su expresión objetiva más digna, y en el Quijote la manifestación viva y perenne de sus ideales, de sus virtudes y de su cultura; es expresar el convencimiento de que el alto espíritu señoril y cristiano que inspira la Hispanidad iluminará al mundo cuando se disipen las nieblas de los odios y de los egoísmos.
Por eso rendimos aquí el doble homenaje a Cervantes y a la Raza.
Homenaje, en primer lugar, al grande hombre que legó a la humanidad una obra inmortal, la más perfecta que en su género haya sido escrita, código del honor y breviario del caballero, pozo de sabiduría y, por los siglos, de los siglos, espejo y paradigma de su raza.
Destino maravilloso el de Cervantes que, al escribir El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, descubre en el mundo nuevo de su novela, con el gran fondo de la naturaleza filosófica, el encuentro cortés y la unión entrañable de un idealismo que no acaba y de un realismo que se sustenta en la tierra. Y además caridad y amor a la justicia, que entraron en el corazón mismo de América; y son ya los siglos los que muestra, en el laberinto dramático que es esta hora del mundo, que siempre triunfa aquella concepción clara del riesgo por el bien y la ventura de todo afán justiciero. El saber “jugarse entero” de nuestros gauchos es la empresa que ostentan orgullosamente los “quijotes de nuestras pampas”.
En segundo lugar, sea nuestro homenaje a la raza a que pertenecemos.
Para nosotros, la raza no es un concepto biológico. Para nosotros es algo puramente espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que nosotros seamos lo que somos y nos impulsa a ser lo que debemos ser, por nuestro origen y nuestro destino. Ella es lo que nos aparta de caer en el remedo de otras comunidades cuyas esencias son extrañas a la nuestra, pero a las que con cristiana caridad aspiramos a comprender y respetamos. Para nosotros, la raza constituye nuestro sello personal, indefinible e inconfundible.
Para nosotros los latinos, la raza es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el bien y a saber morir con dignidad.
Nuestro homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura occidental. Porque España aportó al occidente la más valiosa de las contribuciones: el descubrimiento y la colonización de un nuevo mundo ganado para la causa de la cultura occidental.
Su obra civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la Historia. Es única en el mundo. Constituye su más calificado blasón y es la mejor ejecutoria de la raza, porque toda la obra civilizadora es un rosario de heroísmos, de sacrificios y de ejemplares renunciamientos.
Su empresa tuvo el sino de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de “atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios“. Traía para ello la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venía para que esos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano…
Era un puñado de héroes, de soñadores desbordantes de fe. Venían a enfrentar a lo desconocido; ni el desierto, ni la selva con sus mil especies donde la muerte aguardaba el paso del conquistador en el escenario de una tierra inmensa, misteriosa, ignorada y hostil.
Nada los detuvo en su empresa; ni la sed, ni el hambre, ni las epidemias que asolaban sus huestes; ni el desierto con su monótono desamparo, ni la montaña que les cerraba el paso, ni la selva con sus mil especies de oscuras y desconocidas muertes. A todo se sobrepusieron. Y es ahí, precisamente, en los momentos más difíciles, en los que se los ve más grandes, más serenamente dueños de sí mismos, más conscientes de su destino, porque en ellos parecía haberse hecho alma y figura la verdad irrefutable de que “es el fuerte el que crea los acontecimientos y el débil el que sufre la suerte que le impone el destino”. Pero en los conquistadores pareciera que el destino era trazado por el impulso de su férrea voluntad.
Como no podía ocurrir de otra manera, su empresa fue desprestigiada por sus enemigos, y su epopeya objeto de escarnio, pasto de la intriga y blanco de la calumnia, juzgándose con criterio de mercaderes lo que había sido una empresa de héroes. Todas las armas fueron probadas: se recurrió a la mentira, se tergiversó cuanto se había hecho, se tejió en torno suyo una leyenda plagada de infundios y se la propaló a los cuatro vientos.
Y todo, con un propósito avieso. Porque la difusión de la leyenda negra, que ha pulverizado la crítica histórica serie y desapasionado, interesaba doblemente a los aprovechados detractores. Por una parte, les servía para echar un baldón a la cultura heredada por la comunidad de los pueblos hermanos que constituimos Hispanoamérica.
Por la otra procuraba fomentar así, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, cuyas asalariados y encumbradísimos voceros repetían, por encargo, el ominoso estribillo cuya remunerada difusión corría por cuenta de los llamados órganos de información nacional. Este estribillo ha sido el de nuestra incapacidad para manejar nuestra economía e intereses, y la conveniencia de que nos dirigieran administradores de otra cultura y de otra raza. Doble agravio se nos infería; aparte de ser una mentira, era una indignidad y una ofensa a nuestro decoro de pueblos soberanos y libres.
España, nuevo Prometeo, fue así amarrada durante siglos a la roca de la Historia. Pero lo que no se pudo hacer fue silenciar su obra, ni disminuir la magnitud de su empresa que ha quedado como magnífico aporte a la cultura occidental.
Allí están, como prueba fehaciente, las cúpulas de las iglesias asomando en las ciudades fundadas por ella; allí sus leyes de Indias, modelo de ecuanimidad, sabiduría y justicia; sus universidades; su preocupación por la cultura, porque “conviene –según se lee en la Nueva Recopilación– que nuestros vasallos, súbditos y naturales, tengan en los reinos de Indias, universidades y estudios generales donde sean instruidos y graduados en todas ciencias y facultades, y por el mucho amor y voluntad que tenemos de honrar y favorecer a los de nuestras Indias y desterrar de ellas las tinieblas de la ignorancia y del error, se crean Universidades gozando los que fueren graduados en ellas de las libertades y franquezas de que gozan en estos reinos los que se gradúan en Salamanca”.
Su celo por difundir la verdad revelada porque –como también dice la Recopilación– “teniéndonos por más obligados que ningún otro príncipe del mundo a procurar el servicio de Dios y la gloria de su santo nombre y emplear todas las fuerzas y el poder que nos ha dado, en trabajar que sea conocido y adorado en todo el mundo por verdadero Dios como lo es, felizmente hemos conseguido traer al gremio de la Santa Iglesia Católica las innumerables gentes y naciones que habitan las Indias occidentales, isla y tierra firme del mar océano”.
España levantó, edificó universidades, difundió la cultura, formó hombres, e hizo mucho más; fundió y confundió su sangre con América y signó a sus hijas con un sello que las hace, si bien distintas a la madre en su forma y apariencias, iguales a ella en su esencia y naturaleza. Incorporó a la suya la expresión de un aporte fuerte y desbordante de vida que remozaba a la cultura occidental con el ímpetu de una energía nueva.
Y si bien hubo yerros, no olvidemos que esa empresa, cuyo cometido la antigüedad clásica hubiera discernido a los dioses, fue aquí cumplida por hombres, por un puñado de hombres que no eran dioses aunque los impulsara, es cierto, el soplo divino de una fe que los hacía creados a la imagen y semejanza de Dios.
Son hombres y mujeres de esa raza los que en heroica comunión rechazan, en 1806, al extranjero invasor, y el hidalgo jefe que obtenida la victoria amenaza con “pena de la vida al que los insulte”.
Es gajo de ese tronco el pueblo que en mayo de 1810 asume la revolución recién nacida; esa sangre de esa sangre la que vence gloriosamente en Tucumán y Salta y cae con honor en Vilcapugio y Ayohuma; es la que bulle en el espíritu levantisco e indómito de los caudillos; es la que enciende a los hombres que en 1816 proclaman a la faz del mundo nuestra independencia política; es la que agitada corre por las venas de esa raza de titanes que cruzan las ásperas y desoladas montañas de los Andes, conducidas por un héroe en una marcha que tiene la majestad de un friso griego; es la que ordena a los hombres que forjaron la unidad nacional, y la que aliente a los que organizaron la República; es la que se derramó generosamente cuantas veces fue necesario para defender la soberanía y la dignidad del país; es la misma que moviera al pueblo a reaccionar sin jactancia pero con irreductible firmeza cuando cualquiera osó inmiscuirse en asuntos que no le incumbían y que correspondía solamente a la nación resolverlos; de esa raza es el pueblo que lanzó su anatema a quienes no fueron celosos custodios de su soberanía, y con razón, porque sabe, y la verdad lo asiste, que cuando un Estado no es dueño de sus actos, de sus decisiones, de su futuro y de su destino, la vida no vale la pena de ser allí vivida; de esa raza es ese pueblo, este pueblo nuestro, sangre de nuestra sangre y carne de nuestra carne, heroico y abnegado pueblo, virtuoso y digno, altivo sin alardes y lleno de intuitiva sabiduría, que pacífico y laborioso en su diaria jornada se juega sin alardes la vida con naturalidad de soldado, cuando una causa noble así lo requiere, y lo hace con generosidad de Quijote, ya desde el anónimo y oscuro foso de una trinchera o asumiendo en defensa de sus ideales el papel de primer protagonista en el escena rio turbulento de las calles de una ciudad.
Señores:
La historia, la religión y el idioma nos sitúan en el mapa de la cultura occidental y latina, a través de su vertiente hispánica, en la que el heroísmo y la nobleza, el ascetismo y la espiritualidad, alcanzan sus más sublimes proporciones. El Día de la Raza, instituido por el Presidente Yrigoyen, perpetúa en magníficos términos el sentido de esta filiación. “La España descubridora y conquistadora –dice el decreto–, volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales y con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos de afirmar y de mantener con jubiloso reconocimiento”.
Si la América olvidara la tradición que enriquece su alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez. Ya lo dijo Menéndez y Pelayo: “Donde no se conserva piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original, ni una idea dominadora”. Y situado en las antípodas de su pensamiento, Renán afirmó que “el verdadero hombre de progreso es el que tiene los pies enraizados en el pasado”.
El sentido misional de la cultura hispánica, que catequistas y guerreros introdujeron en la geografía espiritual del Nuevo Mundo, es valor incorporado y absorbido por nuestra cultura, lo que ha suscitado una comunidad de ideas e ideales, valores y creencias, a la que debemos preservar de cuantos elementos exóticos pretenden mancillarla. Comprender esta imposición del destino, es el primordial deber de aquellos a quienes la voluntad pública o el prestigio de sus labores intelectuales, les habilita para influir en el proceso mental de las muchedumbres. Por mi parte, me he esforzado en resguardar las formas típicas de la cultura a que pertenecemos, trazándome un plan de acción del que pude decir –el 24 de noviembre de 1944– que “tiene, ante todo, a cambiar la concepción materialista de la vida por una exaltación de los valores espirituales”.
Precisamente esa oposición, esa contraposición entre materialismo y espiritualidad, constituye la ciencia del Quijote. O más propiamente representa la exaltación del idealismo, refrenado por la realidad del sentido común.
De ahí la universalidad de Cervantes, a quien, sin embargo, es precio identificar como genio auténticamente español, mal que no puede concebirse como no sea en España.
Esta solemne sesión, que la Academia Argentina de Letras ha querido poner bajo la advocación del genio máximo del idioma en el IV Centenario de su nacimiento, traduce –a mi modo de ver– la decidida voluntad argentina de reencontrar las rutas tradicionales en las que la concepción del mundo y de la persona humana, se origina en la honda espiritualidad grecolatina y en la ascética grandeza ibérica y cristiana.
Para participar en ese acto, he preferido traer, antes que una exposición académica sobre la inmortal figura de Cervantes, palpitación humana, su honda vivencia espiritual y su suprema gracia hispánica. En su vida y en su obra personifica la más alta expresión de las virtudes que nos incumbe resguardar.
Mientras unos soñaban y otros seguían amodorrados en su incredulidad, fue gestándose la tremenda subversión social que hoy vivimos y se preparó la crisis de las estructuras políticas tradicionales. La revolución social de Eurasia ha ido extendiéndose hacia Occidente, y los cimientos de los países latinos del Oeste europea crujen ante la proximidad de exóticos carros de guerra. Por los Andes asoman su cabeza pretendidos profetas, a sueldo de un mundo que abomina de nuestra civilización, y otra trágica paradoja parece cernirse sobre América al oírse voces que, con la excusa de defender los principios de la Democracia (aunque en el fondo quieren proteger los privilegios del capitalismo), permitan el entronizamiento de una nueva y sangrienta Tiranía.
Como miembros de la comunidad occidental, no podemos sustraernos a un problema que de no resolverlo con acierto, puede derrumbar un patrimonio espiritual acumulado durante siglos. Hoy, más que nunca, debe resucitar Don Quijote y abrirse el sepulcro del Cid Campeador."
Atte: SOMOS PERONISMO.