viernes, 9 de octubre de 2020

Crónica de un 17 de octubre

 

Crónica de un 17 de octubre: “No me ha temblado el pulso”



En una recepción oficial, de izquierda a derecha: Perón, el comodoro Bartolomé de la Colina, el General Edelmiro J. Farrell, el General Juan Pistarini. Año 1944.

Un día después, el 9 de octubre los jefes de Campo de Mayo se reúnen y el general Ávalos se entrevista con el presidente Farrell para pedir la renuncia de Perón (incumpliendo lo prometido un día antes).

Farrell se traslada a Campo de Mayo, para resistir el ultimátum del grupo.

Algunos jefes le decían a Perón que reprima el levantamiento; pero él les dice que esa decisión estaba en manos del presidente, y que él no derramara una gota de sangre para defender su posición personal. 

Para el caso de que Farrell decidiera reprimir, habían tropas leales en todo el país...

pero lo cierto era que no convenía una escisión en el ejército en esas circunstancias.

A las cinco de la tarde el general Pistarini, le transmite a Perón un mensaje de Farrell:

Su renuncia era conveniente.

Enseguida Perón se pone a escribir su renuncia:

“Excelentísimo señor presidente (encabeza el documento):

Renunció a los cargos de Vicepresidente, ministro de guerra y secretario de Trabajo y previsión, con que su excelencia ha sabido honrarme. Juan D. Perón”.

Años después Perón explicaría que la carta fue escrita en manuscrita para que vean que “no le temblaba el pulso” al escribirla, y que se iba feliz sin haber sacrificado una gota de sangre.

Perón, al reflexionar sobre los hechos tiempo después, nunca entendería la reacción de Ávalos cuando un año antes había jurado obediencia a Farrell y a él, diría al respecto:

“Lo que no he podido explicarme hasta ahora es por qué Campo de Mayo se amotinó para pedir mi renuncia, cuando yo desde un primer momento ofrecí mi renuncia espontáneamente”. (...) Tampoco he podido explicarme las causas por las cuales no se me dijo claramente lo que se tramaba y se puso como pretexto el nombramiento de un funcionario, asunto que, por futileza no resistía el menor análisis. de haber procedido francamente, yo les hubiera obviado el camino con mi eliminación inmediata, máxime cuando tenia persuasión más absoluta que fracasarían irremisiblemente las cosas y la incapacidad de los llamados a realizarlas. Ello tampoco escapaba de la  incapacidad de Farrell, quien ya me había abierto los ojos sobre el proceder de algunos hombres”.



Fuente: Civita, César; Pavón Pereyra, Enrique. Perón, el hombre del destino. Tomo I. 1974. Abril Educativa y Cultural S.A. Buenos Aires, Argentina

Crónica de un 17 de octubre

 Los cincuenta años de Perón


Corría el año 1945 Perón en ese entonces ostentaba  los cargos de vicepresidente de la nación, ministro de guerra y secretario de trabajo y previsión.

No obstante, la situación en el ejército era compleja, en septiembre de ese mismo año según le llegó el dato al Coronel Juan N. Giordano (entonces colaborador de Perón), algunos miembros del ejército en Campo de Mayo encabezados por el Teniente Coronel Quaranta hablaban y nombraban al vicepresidente como “persona no grata”, enseguida Giordano le comentó a Perón lo acaecido, este, atento al oírlo le dijo que se encontraba al tanto de los comentarios del grupo de oficiales, que se hallaban inspirados por el Dr Sabattini, quién era el intermediario con Quaranta, que a su vez había sumado a Ávalos (director de la Escuela de Artillería de la Armada). Esta oposición respondía a un grupo de civiles y a sectores de las fuerzas armadas. En ese mismo mes, la 4ta división del ejército con asiento en Córdoba intenta llevar a cabo un levantamiento, Perón como ministro de guerra responde reemplazando a su jefe el General Osvaldo B. Martín por el General Ambrosio Vago, deteniendo a Martin y a Rawson, como incitadores de la rebelión. Frente a estas diferencias dentro del ejército, el 26 de septiembre, el gobierno de Farrell restablece el estado de sitio.

El lunes 8 de octubre, día del cincuenta cumpleaños de Perón,  reúne a todos los Generales en el ministerio de Guerra, incluido el General Ávalos quien conspiraba en su contra, la situación era muy tensa, Perón estaba dispuesto a todo y les dijo:

“Señores, ustedes me han impuesto ser ministro de guerra, me han obligado a aceptar la vicepresidencia, cargando con una enorme responsabilidad frente al país y al ejército. De un tiempo a esta parte vengo observando que Campo de Mayo llega hasta el ministerio con verdaderas imposiciones que, en nombre de ustedes, hace llegar el señor General (refiriéndose a Ávalos). Cuando a un hombre se le carga la enorme responsabilidad que ustedes me han impuesto, al menos que ha de permitírseles la elección de los medios para el cumplimiento de su misión” . Un silencio de sepulcro inundó la sala, cuando al hacer un salto el ministro de guerra continuó: “Yo no puedo continuar asì, primero impusieron que el Dr Bramuglia abandonara la intervención de Buenos Aires y yo, le pedí que renunciara, en beneficio de nuestra concordia; luego impusieron al ministro del interior la eliminación de la subsecretaría de Informaciones y de Prensa, y también se realizó. Ahora exigen la renuncia del señor Nicolini, nombrado por el Presidente y propuesto por el ministro del interior. Yo no estoy dispuesto a intervenir para que renuncie; prefiero irme a mi casa”.

Terminada su exposición, Perón intentó retirarse del salón, algunos Generales le indican que se quede, tratando de templar el ambiente. Ávalos, por su parte, promete que al día siguiente abandonaría el acantonamiento de Campo de Mayo y pediría su retiro, como veremos mañana, el General haría todo lo contrario.

Terminada esa reunión, Perón informó al presidente Farrell lo acaecido. No obstante. algunos jefes, oficiales y suboficiales no olvidaban su 50 cumpleaños, y le regalaron un escudo de oro.

Fuente: Civita, César; Pavón Pereyra, Enrique. Perón, el hombre del destino. Tomo I. 1974. Abril Educativa y Cultural S.A. Buenos Aires, Argentina