COMPAÑEROS: HOY RECORDAMOS A NUESTRA QUERIDA EVITA A 64 AÑOS DE SU PASO A LA INMORTALIDAD.
El 26 de Julio de 1952 a las 20:25, agotada por su enfermedad y tras métodos quirúrgicos sin resultados, fallecía la señora Eva Perón, conocida por sus descamisados como "Evita", querida por muchos, especialmente por los sectores bajos y por los humildes; y odiada por las clases altas.
Evita nos dejo un legado enorme, nos enseño a amar a los humildes. a ayudarlos, nos enseño a seguir al General Perón y nos mostró el verdadero rostro de la justicia social. Con sus actos nos demostró que significa amar al prójimo.
Ahora les dejo un capitulo de su libro "Mi mensaje" el cual escribió en sus horas de dolor, antes de morir.
ESCRIBE EVA PERÓN:
CAPITULO 1: "MI MENSAJE"
En estos últimos tiempos, durante las horas de mi enfermedad, he pensado muchas veces, en este mensaje de mi corazón.
Quizá porque En la Razón de mi vida no alcancé a decir todo lo que siento y lo que pienso, tengo que escribir otra vez.
He dejado demasiadas entrelíneas que debo llenar; y esta vez no porque yo lo necesite.
No.
Mejor sería acaso para mí, que yo callase, que no dijese ninguna de las cosas que voy a decir y que quedase para todos, como una palabra definitiva, todo lo que dije en el primero de mis libros.
Pero mi amor y mi dolor no se conforman con aquella mezcla desordenada de sentimientos y de pensamientos que dejé en las páginas de La Razón de mi Vida.
Quiero demasiado a los descamisados, a las mujeres, a los trabajadores de mi pueblo y por extensión quiero demasiado a todos los pueblos del mundo, explotados y condenados a muerte por los imperialismos y los privilegios de la tierra.
Me duele demasiado el dolor de los pobres, de los humildes, el gran dolor de tanta humanidad sin sol y sin cielo como para que pueda callar.
¡Si todavía quedan sombras y nubes queriendo tapar el cielo y el sol de nuestra tierra, y todavía queda mucho dolor por mitigar y tantas heridas que restañar!
Como será donde nadie ha visto la luz ni ha tomado en sus manos la bandera de los pueblos que marchan en silencio, ya sin lágrimas y sin suspiros, sangrando bajo la noche de la esclavitud; y como será donde ya se ve la luz, pero demasiado lejos, y entonces la esperanza es un inmenso dolor que se rebela y que quema en la carne y el alma de los pueblos sedientos de libertad y justicia!
Para ellos: para mi pueblo y para todos los pueblos de la humanidad es Mi Mensaje.
Ya no quiero explicarles nada de mi vida ni de mis obras.
No quiero recibir ningún elogio.
Me tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres que pertenecen a la raza de los explotadores.
Quiero rebelar a los pueblos.
Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón.
Quiero decirles la verdad que una humilde mujer del pueblo -¡la primera mujer del pueblo que no se dejó deslumbrar ni por el poder ni por la gloria!-, aprendió en el mundo de los que mandan y gobiernan a los pueblos de la humanidad.
Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por nadie, porque nadie fue capaz de seguir la farsa como yo, para saber toda la verdad.
Porque todos los que salieron del pueblo para recorrer mi camino no regresaron nunca.
Se dejaron deslumbrar por la fantasía maravillosa de las alturas y se quedaron para gozar de la mentira.
Yo me vestí también con todos los honores de la gloria, de la vanidad y del poder.
Me dejé engalanar con las mejores joyas de la tierra. Todos los países del mundo me rindieron homenajes, de alguna manera. Todo lo que me quiso brindar el círculo de los hombres en que me toca vivir, como mujer de un presidente extraordinario, lo acepté sonriendo, prestando mi cara para guardar mi corazón, pero sonriendo, en medio de la farsa, conocí la verdad de todas sus mentiras.
Yo no puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los hombres en sus grandezas y en sus miserias.
Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y las grandezas de la miseria.
Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle.
Por eso no me deslumbró jamás la grandeza del poder, y pude ver sus miserias; y por eso nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas.
Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras del mundo.
Tengo que decirlas al pueblo de donde vine.
Y tengo que decirlas a todos los pueblos engañados de la humanidad.
A los trabajadores, a las mujeres, a los humildes descamisados de mi Patria y a todos los descamisados de la tierra, ¡a la infinita raza de pueblos!,como un mensaje de mi corazón.
Atte: Somos Peronismo.